Sin jóvenes emancipados, un país está condenado

Vivir de forma independiente en este país, si eres joven, se ha convertido en una utopía. Con nuestros jóvenes y la vivienda se da una especie de tormenta perfecta. Son un colectivo con pocos recursos que se enfrenta a un bien escaso y muy caro. Se van cada vez más tarde de casa de sus padres y el principal culpable es la falta de vivienda. La emancipación juvenil se sitúa en los 30,2 años.

Comparativamente, en Suecia en los 17,8 años, en Dinamarca 21,1 años y en Finlandia en los 21,8 años. Aun siendo realidades políticas, socioculturales y económicas diferentes, es una brecha de 10 años. Los jóvenes vascos dicen desear emanciparse a los 23,5 años, pero la diferencia entre ese deseo y la posibilidad real es de más de 6 años, algo que influye en la frustración y en sus expectativas.

La emancipación juvenil es principalmente a través del alquiler. No es una opción, ni una elección libre, es casi su única posibilidad. El alquiler requiere de una inversión inicial inferior a la compra, y entre los jóvenes la capa­cidad de ahorro,  clave para adquirir una vivienda, suele ser limitada. Aunque muchas veces una hipoteca salga más barata que un alquiler, la barrera de entrada a la compra es demasiado alta, no todos tienen un trabajo fijo ni una bolsa de ahorro considerable.  Hoy en Euskal Herria, alquilar significa destinar bastante más 60% del sueldo, y en las capitales vascas y ciertas localidades costeras, prácticamente todo el sueldo. De ahí que no sorprenda que los jóvenes alquilen y compartan vivienda.

Aunque la vivienda sea reconocido como un derecho subjetivo y la Administración está obligada a garantizarlo, lo cierto es que no hay un parque público de viviendas para materializarlo. Para compensar ese lastre se ofrecen ayudas, cierto, pero tampoco garantizan el acceso y aunque parezcan complementarías con un plan público de promoción de vivienda, a menudo recalientan el mercado, encareciendo el precio. Al hilo del debate demográfico, que arroja escenarios preocupantes, se debe atender este problema de manera urgente. Que la emancipación juvenil no venga de la de la mano del exilio económico. Que Euskal Herria no lo sea sin jóvenes.

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