Sin presupuestos por cálculo político partidista

En cuanto expiró el plazo que se autoimpuso para acordar el presupuesto de 2019, el Gobierno Urkullu dio por rotas las negociaciones. Lakua tenía prisa por terminar para endosar el coste político del fracaso a EH Bildu. Lo más llamativo, sin embargo, fue que las primeras explicaciones públicas corrieran a cargo del presidente del EBB, Andoni Ortuzar, un indicio que confirma el importante peso que ha tenido el cálculo político en esta decisión del Gobierno de Lakua.

Porque como ha quedado claro a lo largo de todo el proceso, no se trata de una cuestión de dinero. Recursos hay, y más tras un año que termina con una recaudación por encima de lo previsto. En estas condiciones ir a una prorroga presupuestaria –que siempre limita las posibilidades de gasto e inversión– es simplemente dejar una gran cantidad de recursos en el cajón. Tal vez al PNV no le inquiete excesivamente, a fin de cuentas es más proclive a otorgar protagonismo a la iniciativa privada que a invertir en el sector público. Tampoco es partidario de mejorar las prestaciones públicas, prefiere las donaciones administradas convenientemente. Defiende otro modelo de país, más receptivo a los intereses de la patronal y alejado de las demandas de justicia social. Y visto lo visto, no parece que vaya a ceder ni un ápice en la defensa de su modelo.

La confrontación de modelos ha estado muy presente durante todo el proceso negociador gracias al mensaje sencillo y centrado en unas demandas concretas que ha mantenido EH Bildu. Y esa posición ha roto una vez más los tópicos de pancarta y radicalidad de los que han echado mano todos los portavoces del EBB y de Lakua para justificar su rechazo a un acuerdo. EH Bildu se ha presentado como una fuerza política con modelo de país y con propuestas concretas que se postula como alternativa real de gobierno. Un acuerdo presupuestario iba a fortalecer todavía más esa imagen, por lo que en Sabin Etxea se han decantado por no firmar. Cálculo político partidista.

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