Un cambio cultural ante un problema sistémico
Un estudio de la Universidad de Michigan ha puesto de relieve que las mujeres científicas promocionan sus investigaciones en las redes sociales –el trabajo se centra en X– en menor medida que sus compañeros, hasta un 28% menos de promedio, algo que puede afectar a sus carreras profesionales en términos de promoción, reconocimiento y remuneración.
Un dato relevante del informe es que esa disparidad, que además ha crecido en los últimos años, se da en ámbitos en los que la representación de ambos géneros es relativamente equitativa, y que es incluso mayor en el caso de las investigadoras de instituciones de primer nivel que publican artículos en revistas de alto impacto.
Los autores sugieren al respecto que la preocupación ante posibles reacciones negativas puede prevalecer sobre la alta autoevaluación asociada a la condición de académica y a la constatación de que su labor merece ser difundida, un hecho que, aun formulado como hipótesis, es terrible.
En el estudio se apuntan algunos factores que podrían propiciar esa brecha existente en la promoción científica, desde la terminología empleada, con más «autobombo» masculino, hasta el mayor rédito, en forma de menciones, obtenido por los hombres a la difusión en redes de sus investigaciones. Aunque más allá de la suma de elementos concretos, lo que queda expuesto en este trabajo es que la menor visibilidad de las mujeres y de su labor es «un problema sistémico» que se mantiene en el tiempo y que lastra sus legítimas aspiraciones.
Fijado el contexto, las y los investigadores de la Universidad de Michigan proponen medidas para equilibrar la balanza, como la fijación de nuevos criterios de contratación y promoción, o tener en cuenta el impacto de la brecha de género a la hora de decidir las lecturas que se recomiendan al alumnado, qué profesionales acuden a las conferencias o a quién se tiene en cuenta para dar un premio, por ejemplo. Con todo, la clave es tomar conciencia, no solo la opinión pública, también, y sobre todo, el ámbito académico, de este problema estructural, y propiciar desde ahí un cambio cultural en la comunidad científica que permita avanzar hacia la igualdad.