Un drama que no puede volver a repetirse

Una mujer de 43 años y su madre murieron ayer por heridas de arma blanca infringidas presuntamente por su expareja en su vivienda de Gasteiz. Posteriormente el hombre incendió la casa y terminó cayendo al patio del edificio donde fue detenido. Un nuevo caso de violencia machista que deja a dos mujeres muertas, aunque las estadísticas oficiales solo recogerán a la hija como muerta a consecuencia de la violencia machista, y a dos menores huérfanos de madre. Un suceso trágico que conmocionó ayer a toda la ciudad de Gasteiz.

Inmediatamente se puso en marcha el protocolo institucional de atención y respuesta pública. El Ayuntamiento de la capital convocó movilizaciones y ofreció ayuda y recursos a las víctimas del ataque. Una actuación imprescindible para denunciar la violencia contra las mujeres y para apoyar a las personas damnificadas. No obstante, a pesar de todo lo avanzado, de las rápidas respuestas institucionales y de las movilizaciones, con cada nuevo suceso de violencia machista la frustración, la sensación de impotencia y de fracaso se hacen también patentes. Cada nuevo crimen lleva a preguntarse si la sociedad está actuando de manera correcta para enfrentar esta lacra. Es evidente que el marco general en el que se inscriben esta clase de sucesos violentos está bien definido: el sistema de dominación heteropatriarcal. No obstante, los parámetros en los que se produce cada episodio violento cambian con cada caso. Tal vez haya llegado el momento de reflexionar para tratar de encontrar otro tipo de pautas, más concretas, que permitan también que la intervención sea más específica.

Mucho se ha avanzado en la denuncia y en la atención a las víctimas de la violencia machista, pero sucesos como las muertes de Gasteiz de ayer nos alertan de que todavía queda mucho camino por recorrer. Es urgente, es prioritario y es absolutamente necesario que un drama de estas características no se vuelva a repetir.

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