Una agenda muy alejada de la transición ecológica

El PNV anunció ayer un primer acuerdo con el PSOE para encaminar las negociaciones presupuestarias en Madrid, haciendo bandera de la supresión del impuesto al diésel. Por muy claves que sean los votos vascos en Madrid en esta legislatura, es iluso pensar que el PNV o EH Bildu tienen capacidad para cambiar el grueso de un Presupuesto General del Estado, por eso se suelen buscar, a través de enmiendas pactadas, tantos que expliquen el apoyo a unos presupuestos que, en su totalidad, ni unos ni otros firmarían si el poder de decisión fuese suyo. Esas enmiendas acostumbran a reflejar la agenda de quien las propone.

No conviene hacer una caricatura. Los jeltzales también negocian para beneficio de la ciudadanía vasca –ejemplo de ello es el acuerdo sobre el soterramiento de Zorrotza, largamente demandado–, pero enmiendas como la que suprimirá el impuesto al diésel son claras muestras de una agenda que poco tiene que ver con el bienestar de la ciudadanía y, sobre todo, con su futuro. No se trataba de un aumento fiscal, sino de la eliminación de la bonificación que premia al diésel. Era, además, una decisión que seguía las recomendaciones de la UE. De hecho, Bruselas ha venido criticando la baja recaudación del Estado español con el diésel, muy por debajo de la media comunitaria. ¿Cómo lo va a explicar en Europa el PSOE, cuyos dirigentes llevan la chapa de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la solapa? ¿Cómo lo entienden sus votantes?

También cabe preguntarse por cómo encajan los votantes del PSE el primer listado que Lakua envió a Madrid para obtener fondos europeos. Un listado sobre el que GARA aporta hoy nueva información, la cual deja de manifiesto que incluso la consultora que realizó el listado advirtió de que tenía difícil encaje en dichas ayudas, por responder a los intereses de empresas particulares y porque el TAV, por mucho que se empeñen, no tiene nada que ver con una transición ecológica, energética y ambiental.

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