Una lucha laboral ejemplar que deja un profundo poso
La dirección y la mayoría del comité de Tubacex firmaron ayer el acuerdo que ponía fin a la huelga de casi ocho meses que mantenían los trabajadores de las plantas de Laudio y Amurrio en defensa de sus puestos de trabajo. Las asambleas de los sindicatos ELA, CCOO y ATAL apoyaron la firma, mientras que las de los otros dos sindicatos, LAB y STAT, votaron en contra. Además de la readmisión de todos los trabajadores despedidos y la retirada del recurso al ERE anulado, el acuerdo incluye garantías de empleo e inversiones en esas plantas, al menos hasta diciembre de 2024. Como contrapartida aumentará la jornada en 40 horas anuales.
Los trabajadores han logrado sus principales reivindicaciones ya que mantienen los puestos de trabajo en la comarca. Durante estos meses han mantenido una lucha ejemplar. A pesar de las presiones y de las cargas policiales han resistido el pulso buscando complicidades e involucrando a toda la comarca en defensa del tejido productivo, puesto que esos puestos de trabajo son de la comarca. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la empresa. Su empeño en reducir la plantilla por falta de carga de trabajo para terminar aumentando el número de horas a trabajar carece de explicación. Y sin razones sólidas, que Tubacex haya mantenido el pulso durante ocho meses solo puede entenderse como un intento de doblegar la voluntad y de quebrar la unidad de los trabajadores. La firma tampoco deja en buen lugar al Gobierno de Lakua. Como suele ser habitual en prácticamente todos los conflictos laborales, su aportación se ha limitado a defender la posición de la empresa hasta que, superada por la lucha obrera, no le ha quedado otro remedio que mediar entre las partes.
Una larga huelga laboral que finalmente ha dado fruto. Deja asimismo importantes lecciones sobre el modo de afrontar este tipo de conflictos laborales. Enseñanzas que son especialmente interesantes en estos tiempos de ofensiva neoliberal contra la clase trabajadora.