Xandra  Romero
Nutricionista

¿Comer en el comedor escolar o en casa?

Aunque puede que vayamos tarde con el curso ya iniciado, conviene darle un repaso a la eterna pregunta: ¿es mejor que los niños coman en el comedor o en casa? En primer lugar, pensemos en las razones que tenemos los adultos para decidirnos por la primera opción y es que, en la actualidad, el uso que las familias hacen de los comedores escolares está asociado, entre otras causas, a la exigencia de horas laborales fuera del hogar, a la diversidad de modelos familiares, pero también a una cuestión de comodidad para los progenitores.

En segundo lugar, habría que plantearse una serie de preguntas tales como, ¿cuál debe ser el papel del comedor escolar en la educación para la salud de los niños y adolescentes? ¿Contribuye y asegura este espacio una alimentación nutricionalmente adecuada y adaptada a cada etapa?

En este sentido, recordemos que, siendo la infancia una etapa clave en la adquisición de hábitos saludables, el comedor podría ser un espacio clave para realizar promoción de la salud. Por eso el tercer punto es valorar qué dicen los estudios científicos sobre esta cuestión. Según datos del proyecto de investigación ‘Helena’ de hace ya unos años, donde compararon la calidad de la dieta de los niños que comen en casa y los que comen en el colegio, indican que el valor nutricional de la dieta del colegio es superior, siempre y cuando esté diseñada por un nutricionista experto. Sin embargo, esta última condición es harto complicada de encontrar.

Otro estudio más reciente llamado ‘Nutritional assessment of the school menus offered in Spain's Mediterranean area’, observó al analizar los menús de varios colegios públicos y privados de Valencia, una gran diversidad tanto en la misma escuela a lo largo de la semana como entre las otras escuelas. La ingesta energética de los carbohidratos cumplió con las recomendaciones en tres de las cuatro escuelas, la energía proporcionada por las proteínas fue adecuada en todas las escuelas y la energía de las grasas fue superior a los valores recomendados en dos de las tres escuelas. Por eso, los autores concluyen que es necesario revisar los menús escolares y ajustar el tamaño de las raciones a la edad de los niños.

Sea como fuere el menú, existen otras cuestiones a tener en cuenta antes incluso de centrarse en cuestionar la calidad nutricional del comedor en cuestión. La cuestión es igual de compleja que el planteamiento de que al colegio se va a aprender o adquirir conocimientos y en casa, se ha de educar. Hay quien puede estar más o menos de acuerdo con esta frase, pero, en lo relativo a la adquisición de hábitos alimentarios, conviene pararse a observar estas cifras: los niños comen en el comedor cinco días, que de media suman unos 170 días al año, pero en casa o bajo nuestra tutela comerán, cenarán lo restante, es decir, más de 500 veces.

De modo que, está bien preocuparnos y exigir que el menú de la escuela sea de calidad y adecuado, pero antes deberíamos preocuparnos por cómo comen en casa. Y con más razón, si solo comen en casa. Y esto, ¿de qué va a depender? En orden de relevancia, dependerá de la disponibilidad de alimentos saludables que haya en casa, y no me refiero a la chía, el aguacate o la avena necesariamente. Me refiero a frutas, verduras, legumbres, cereales de calidad, etc. En segundo lugar, el ejemplo que tengan. No podemos pretender que quieran y disfruten de un plato de brócoli si yo, como adulto, soy incapaz de comer verduras si no están en formato puré.

La no prohibición de otros alimentos menos saludables como repostería, snacks salados, etc. Recordemos que la prohibición genera más deseo y, además, se asocia con la culpa.

Y, por último, aunque no menos relevante, es tener en cuenta que la comida está asociada al afecto irremediablemente, con lo cual, bajo ningún concepto debe usarse como premio o castigo.