Mikel Zubimendi

Metódos y herramientas para valorar la naturaleza en la toma de decisiones

La Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas en su informe señala que una de las razones de la crisis de biodiversidad es centrarse al tomar decisiones en los beneficios a corto plazo sin considerar los valores de la naturaleza.

Gacela Rhim, reserva del desierto de Samawa, sur de Irak. En un mes, su población se redujo de 148 a 87 por falta de alimento.
Gacela Rhim, reserva del desierto de Samawa, sur de Irak. En un mes, su población se redujo de 148 a 87 por falta de alimento. (Asaad NIAZI | AFP)

Conviene hacerse la pregunta: ¿Cuál es el valor de lo que nos da sustento a todos? ¿Cómo valorar lo que nos da alimento, medicinas, materias primas, oxígeno, regula el clima y mucho más? Hablamos de la naturaleza, en toda su diversidad, del bien más preciado que la humanidad jamás podría pedir. Y con todo, su verdadero valor es excluido de la toma de decisiones. El sistema natural de nuestro soporte vital se ha convertido en una exterioridad, en algo casi ajeno, que ni siquiera se recoge en la hoja de contabilidad.

Si no se valora la naturaleza y todo pasa por la búsqueda del beneficio a corto plazo, si no se tiene en cuenta en el proceso de toma de decisiones políticas y económicas, o mejor dicho, si esas decisiones están basadas en una visión reduccionista de la naturaleza en términos de valor de mercado, además de apuntalar la crisis mundial de la biodiversidad, solo se pueden esperar  noticias terribles para la humanidad.

Los ecosistemas resilientes y productivos son la base de una agroalimentación sostenibles. Y un mejor entendimiento de los múltiples valores y beneficios de la naturaleza es esencial para tomar decisiones correctas que afectan al uso y la conservación de nuestros recursos naturales. Para reforzar los esfuerzos para conseguir un desarrollo sostenible, para lidiar con los impactos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, para abrir posibles caminos a una mejor producción, a una mejor alimentación, a un mejor medioambiente, a una vida mejor para todos, sin dejar a nadie atrás.

Integrar los diversos valores de la naturaleza en la política, ofrecer de cara a ese objetivo  una amplia gama de opciones, perspectivas y enfoques ha sido el afán del Informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) que, tras cuatro años de trabajo acaba de ser publicado. Codirigido entre otros por Unai Pascual, investigador del Centro Vasco sobre Cambio Climático (BC3), y elaborado con el trabajo de alrededor de 100 expertos de todos los rincones del planeta, el informe sintetiza la información de más de 13.000 fuentes de información, incluidos estudios científicos e información asociada a otros modos de conocimiento, como los de los pueblos indígenas y las comunidades locales.

Pascual: otros valores esenciales

El informe proporciona herramientas a los gobiernos y otras partes interesadas (por ejemplo, sector empresarial, medios de comunicación, academia) para ayudar a reconocer y tener en cuenta la diversidad de los valores de la naturaleza en la toma de decisiones. Y a su vez, evalúa y ofrece información de cómo aplicar los más de 50 métodos de valoración que existen actualmente para estimar esa diversidad.

Según Pascual, «el informe destaca que mucho más allá de los valores reflejados en los mercados, por ejemplo, el de alimentos, agua y energía, muchos otros valores de la naturaleza son esenciales para el bienestar de las personas en todo el planeta, y haber alineado durante mucho tiempo la mayoría de las decisiones políticas y económicas con indicadores macroeconómicos como el Producto Interior Bruto (PIB), que no considera los valores no comerciales de la naturaleza, tiene un impacto negativo tanto en la naturaleza, como en el bienestar de las personas».

En ese sentido, el IPBES, seguramente el primer mecanismo mundial para una política de diálogo sobre la relación entre las personas y la naturaleza basada en evidencias, en su informe subraya la enorme brecha entre la ciencia y la política, y afirma que menos de un 5% de estudios científicos de evaluación se traducen en decisiones políticas. De ahí  su objetivo: ayudar a superar esa brecha, dando herramientas a los que toman decisiones para elegir y diseñar métodos apropiados de valoración para la naturaleza.

Hacer las paces con la naturaleza es una cuestión de cambio de comportamientos, de ética y de valores. La diversidad de expresiones culturales es una oportunidad única para entender cómo la biodiversidad es percibida en el planeta, para aprender los unos de los otros y para imaginar soluciones. La contribución del IPBES es un importante paso en este sentido, para entender y cambiar la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza.

Las decisiones políticas y económicas han priorizado predominantemente ciertos valores de la naturaleza, particularmente los instrumentales, los que están basados en el mercado, como son los asociados a la producción intensiva de alimentos. Aunque se privilegian en la toma de decisiones, no reflejan adecuadamente cómo los cambios en la naturaleza afectan la calidad de vida de las personas. Es más, la elaboración de políticas pasa por alto muchísimos valores que no son de mercado asociados a la contribución de la naturaleza para la gente, como la regulación del clima y la identidad cultural.

De, con, en y como

En ese sentido, los autores del informe presentan cuatro perspectivas generales: «Vivir de», «vivir con», «vivir en» y «vivir como» la naturaleza. Vivir de la naturaleza, para enfatizar su capacidad de proveernos de recursos para sostener los medios de subsistencia, las necesidades y los deseos de la gente. Vivir con la naturaleza para poner el foco en la vida aparte de la humana, como el del derecho intrínseco de los peces a crecer y desarrollarse en los ríos independientemente de nuestros deseos. Vivir en la naturaleza para referirse a su importancia a la hora de fijar el sentido de pertenencia y de identidad de la gente. Y vivir como la naturaleza para ver el mundo natural como parte física, mental y espiritual de uno mismo.

Por otra parte, los diferentes tipos de valores pueden ser medidos utilizando diferentes indicadores y métodos de validación. Por ejemplo, un proyecto de desarrollo puede producir beneficios económicos y de empleo, para los cuáles se pueden evaluar valores instrumentales de la naturaleza, pero también puede llevar a la pérdida de especies, asociada a los valores intrínsecos de la naturaleza, a la destrucción de lugares de patrimonio importantes para la identidad cultural, afectando los valores relacionales con la naturaleza. De la lectura del informe, se deduce que han puesto un especial interés en ofrecer pistas, también en este sentido, para saber combinar diferentes tipos de valoración.

Unai Pascual: «No faltan métodos y herramientas para entender, estimar y visibilizar los múltiples valores de la naturaleza»

Crisis y oportunidad. En definitiva, la forma en que valoramos la naturaleza en la toma de decisiones políticas y económicas es un elemento clave que agudiza la crisis global de la biodiversidad y, a su vez, es una oportunidad vital para abordarla. Esta es la conclusión, una de las ideas más potentes, de los cuatro años de evaluación metodológica del trabajo del IPBES.

El Informe sobre la Evaluación de los Múltiple Valores y la Valoración de la Naturaleza señala que una de las principales razones que empuja en espiral ascendente la crisis de biodiversidad global es la tendencia dominante en las decisiones políticas y económicas a concentrarse en los beneficios a corto plazo y en el crecimiento económico, a expensas de no considerar los múltiples valores de la naturaleza.

Sin embargo, para el investigador vasco Unai Pascual, «no faltan los métodos y herramientas para entender, estimar y visibilizar los múltiples valores de la naturaleza», aunque reconoce que «hasta la fecha han sido escasos los intentos de integrar esos valores en la toma de decisiones, tanto por parte de los gobiernos como de otros actores sociales. Y cuando se ha hecho, los valores que tienden a considerarse quedan lejos de reflejar la gran diversidad con la que las personas se relacionan y valoran la naturaleza», apostilla.