
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado esta pasada madrugada que los Estados miembros, más de 190 países, han alcanzado un acuerdo para abordar futuras pandemias con el fin de evitar la situación vivida durante la covid-19, que tendrá que recibir en mayo el visto bueno de la Asamblea Mundial de la Salud, órgano decisorio del organismo.
«Las naciones del mundo han hecho historia hoy en Ginebra. Al alcanzar el consenso, no solo han establecido un acuerdo generacional para un mundo más seguro, sino que también demostraron que el multilateralismo sigue vigente y que, en nuestro mundo dividido, las naciones aún pueden colaborar para encontrar puntos en común y una respuesta común amenazas compartidas», ha celebrado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Este acuerdo internacional, según ha dicho, ayudará a una mejor coordinación entre los países y a un reparto más equitativo de los recursos disponibles para enfrentar la próxima pandemia, que los científicos coinciden en que llegará tarde o temprano con algún nuevo patógeno.
El tratado ofrece las principales directrices para que a los niveles nacional e internacional se desarrollen mecanismos de prevención, de preparación y de respuesta a futuras pandemias, con un énfasis en aspectos como la solidaridad y reciprocidad, aunque no en la medida que los países de desarrollo medio y bajo esperaban.
De esta manera, contempla crear una red global de cadena de suministro y logística para intentar asegurar un acceso equitativo, rápido y asequible a los productos (medicinas, vacunas, material médico, entre otros) destinados no solo a enfrentar y controlar una pandemia, sino necesarios también en situaciones de crisis humanitarias.
El propósito es que haya transparencia en toda esa cadena y coordinar las reservas internacionales que existan, lo que se complementa con otro artículo, que plantea que los países no deben realizar «reservas nacionales excesivas» de productos vitales para frenar una pandemia.
Varios países ricos que acapararon vacunas durante la covid-19 y almacenaron cantidades que incluso superaban sus necesidades nacionales inmediatas luego tuvieron que deshacerse de estas existencias cuando los lotes llegaban a su fecha de vencimiento, mientras que a los países pobres las vacunas llegaban a cuentagotas.
Asimismo, el tratado establece un nuevo mecanismo de acceso y participación en los beneficios que se obtengan de los patógenos compartidos en un sistema existente y que gestiona la OMS.
Garantizar el bien común
El gran cambio que se quiere lograr con respecto a la situación que prevaleció durante la pandemia es que las farmacéuticas que accedan a esos patógenos –a partir de los cuales se puede investigar y desarrollar vacunas y tratamientos– asignen un 20% del producto que manufacturen a la OMS, la mitad como donación y el resto a un precio asequible, para que la organización lo distribuya donde las necesidades sean más urgentes.
Al estallar la última pandemia, varios gobiernos de países desarrollados financiaron a la industria farmacéutica y de biotecnología para acelerar el desarrollo de una vacuna y tratamiento, pero no hubo un retorno de esa inversión y, una vez que la vacuna estuvo lista, tuvieron que negociar con las firmas productoras su adquisición.
El acuerdo alcanzado hoy pretende evitar que algo así no se repita y para ello señala por primera vez que la financiación de la investigación y desarrollo de nuevos tratamientos, diagnósticos o vacunas con fondos públicos debe hacerse en condiciones que garanticen un beneficio para el bien común.
«Esto significa que la próxima vez que una pandemia golpee y que con el dinero de los contribuyentes se desarrolle una medicina muy costosa, los gobiernos podrán intervenir en beneficio de sus ciudadanos y de gente en todo el mundo», ha comentado a Efe la directora de la ONG Iniciativa por Medicamentos para Enfermedades Olvidadas, Michelle Childs.
La propuesta garantiza la soberanía de los países para abordar cuestiones de salud pública dentro de sus fronteras y establece que la OMS no tendrá autoridad alguna para dirigir u ordenar leyes y políticas nacionales, ni obligar a los Estados a adoptar medidas específicas, como prohibir u obligar a aceptar viajeros, imponer vacunaciones o tratamientos, ni implementar confinamientos.
Compromisos de carácter voluntario
Varios diplomáticos que han participado en el último tramo de las negociaciones, que se han desarrollado con sesiones maratonianas de hasta 24 horas ininterrumpidas, han lamentado que gran parte de los compromisos asumidos en el acuerdo sean de carácter voluntario, pero han señalado que estaban ante la disyuntiva de «aceptar lo que hay sobre la mesa o irnos con las manos vacías».
Además, estas negociaciones han sido vistas como una oportunidad de mostrar unidad internacional y apoyo al multilateralismo en momentos en que la OMS afronta uno de los momentos más difíciles de sus 75 años de su existencia por el retiro de Estados Unidos y la pérdida de los considerables recursos que este país le destinaba.

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