El libro ‘Atlas de la Flora Vascular de Navarra’, editado por el Gobierno foral, es la materialización de un trabajo «ímprobo y sistemático de ir recopilando datos, salir mucho al campo, recoger plantas, clasificarlas, estudiarlas, consultar mucha información y al final se consigue darle forma a todo esto», según ha explicado el iruindarra Mikel Lorda. Ha añadido que la fase final, dar forma al libro, le ha costado unos siete años.

Lorda ha destacado que, si tuviera que describir la flora navarra con una palabra, sería «diversidad», ya que casi el 42% de las plantas de la Península Ibérica tienen presencia en el herrialde. Este «récord» botánico se debe a factores como la ubicación en el norte peninsular, la variedad de climas, la orografía o el uso ancestral del territorio.

Lorda ha comentado que Nafarroa es «una comunidad pequeñita» en cuanto a superficie y, por lo tanto, no tiene muchos endemismos, pero comparte con otros territorios una gran cantidad de plantas que sí son endémicas del Pirineo, el valle del Ebro o la vertiente cantábrica.

El catálogo es tan diverso que «sería difícil poder extraer qué puede ser lo más interesante. Hay plantas que son espectaculares, porque son muy raras en el Pirineo, otras en la depresión del Ebro que también llegan y que apenas se encuentran. Muchas de ellas están además protegidas y en su conjunto es difícil poder entresacar una, pero yo creo que todas ellas son las que realmente dan idea de la riqueza florística».

También hay algunas referencias de especies invasoras, sobre todo de las zonas atlánticas, donde, por su clima, es más fácil que entren plantas que no son autóctonas.

Lorda ha reconocido que algunas plantas se le han «escapado» y, de hecho, una vez acabado el libro, «incluso ha habido que incluir en el atlas una adenda, un añadido para poder incorporar las plantas que han ido apareciendo en los últimos meses. Es claro que va a haber plantas que no están incluidas en el atlas y que irán apareciendo al cabo de estos años».