Cocinar también es un hábito saludable
Cada generación tiene sus costumbres, aunque la de comer es universal. El chef de 7K opina que no hemos sabido transmitir a los jóvenes de ahora la importancia de comer y alimentarse adecuadamente y rico, algo muy ligado a saber cocinar. Así que les propone unas recetas para cocinar bien y rápido.

No sé, familia, si, al igual que a mí, se os repiten las conversaciones más que el ajo de un pilpil mal hecho. Últimamente no me toca más que hablar de que si ya no se bebe alcohol, que si se vende más cerveza 0,0 que normal, que si se pide más vino blanco que tinto… Entiendo que la conversación os suena. Parece ser que esto es así y pocos se atreven a cuestionarlo. Amigos, familia, cuando el río suena, vino lleva. Pero cada vez, menos.
Cada vez habitan más seres humanos o personas que prefieren limitar los excesos, si así se pueden denominar, para contadas ocasiones. No por la bebida en sí, ni por cuestión de gustos, sino por una sensibilidad hacia la percepción, y digo percepción, de lo que es saludable y lo que no. Y, por mucho que nos guste el vino, la sidra o la cerveza, sabemos que el alcohol puede ser perjudicial y punto. El tiempo dedicado al poteo o los tragos de un martes o un miércoles pasan a estar dedicados ahora a la actividad física o la auto realización. Sé que estoy generalizando y pasando por alto un sinfín de detalles con los que unos y otros justificarían sus decisiones hacia un lado de la balanza o hacia el otro. A lo que quiero llegar es a decir que de nada sirve evitar el consumo de alcohol en pro de la salud si después no vamos a dedicarle un ápice de nuestro tiempo a cocinar.
Conozco de primera mano a más de un ser humano que no consume alcohol y tampoco azúcar, pero que, por el contrario, basa su alimentación en el precocinado. Hasta aquí, si el precocinado es de calidad, no hay peros. Pero la realidad es que esta persona alardea de hábitos de vida saludables y, cuando se le pregunta por la cocina, responde que no tiene tiempo y que compra lo mejor que puede. ¿Os suena? No se trata de juzgar a nadie, sino de realizar el ejercicio en el que pongamos sobre la balanza cuánto nos importa lo que comemos o bebemos y, en realidad, cuánto tiempo dedicamos a cuidar este aspecto de nuestro día a día.
Está claro que a las generaciones que vienen les importa y mucho su salud, encontrarse bien y sentirse en equilibrio. Pero lo que no hemos sabido transmitir a estas generaciones es la importancia de comer y alimentarse bien y rico. Existe una faceta a la hora de alimentarnos o comer que cada vez veo que cuesta más que ocurra. Y hablo de la manifestación del disfrute. De ver en la cara de la gente la felicidad de estar comiendo algo rico. Algo que en el momento en el que la cuchara o el tenedor entra en la boca de la persona, hace que esta se estremezca. Y qué decir de la cara, los ojos, de la persona que ha preparado el plato y está viendo cómo los que lo degustan lo disfrutan de esta manera. Esta es la parte implícita que se traduce como el mejor de los regalos en el acto de cocinar. Y esto, a su vez, hace que se pare el tiempo. Ese tiempo que tanta falta hace y que tanto cuesta ordenar.
Las generaciones son generaciones, entre otras cosas, porque se diferencian en hábitos y en las maneras de relacionarse entre sí. ¿Estáis de acuerdo? Podría ser, ¿verdad?
A modo de breve resumen, podríamos decir que la generación que ronda los 18 prefiere no beber o beber mucho menos alcohol que la generación que la precede. A lo que se suma un preocupante desinterés por la cocina y el cómo se preparan los alimentos. Que, ¡ojokuidau!, la alimentación sí que es un tema que está sobre la mesa pero, si pensáis como yo, entenderéis que la base, o una de las bases de la alimentación, de una buena alimentación, es la cocina.
Para aquellos que se quieran iniciar en la cocina, cambiar sus hábitos y no tengan mucho tiempo para cocinar (hay que sacar tiempo para hacer la compra y, si es en nuestros mercados, ya estaríamos subiendo de golpe al segundo nivel, pero poco a poco…), os dejo una serie de recetas rápidas y elaboradas con producto de temporada. Amigos, familia, la primavera trompetera ya llegó. Y, aprovechando que la sangre altera, alteremos los hábitos para que el cocinar y el comer se abracen como nunca antes había ocurrido en nuestras vidas.
Habitas con jamón: Un clásico que nunca falla. Sencillo y placentero a más no poder. Solo necesitamos un puñado de habitas. Colocadlas en un cazo, cubriéndolas con agua fría y un buen pellizco de sal y poned el fuego al máximo. Una vez rompa a hervir, colad las habitas y desechad el agua. En el mismo cazo, todavía caliente, rehogad un poco de jamón del bueno, picadito, con un poquito de aceite de oliva virgen extra y añadid las habitas antes de que coja mucho color. Rehogadlo todo 5 segundos y listo. Habéis tardado 2 minutos en preparar un platazo. Si queréis subir de nivel, probad a re-pelar las habitas y quedaros solo con lo mejor de lo mejor de la habita. Probad a servirlas con una yemita de huevo cruda y un golpe de pimienta blanca recién molida.
Anchoas fritas: En tosta. Siempre en tosta. Tan sencillo como pedir o encargarle a la pescadería de confianza que nos prepare unas anchoas, descabezadas y evisceradas. Calentamos abundante aceite en una sartén (como para que naden sin problema) y añadimos una cucharada de ajo muy muy picado. Cuando el ajo suba y empiece a dorar, añadid las anchoas, previamente saladas, y movedlas con cuidado para que no se rompan. Con que pasen 10-15 segundos en la sartén, suficiente. Las pasamos a un plato y, directamente, las vamos colocando sobre nuestras rodajas o tostas de pan para que la grasita rica de la anchoa vaya impregnando la miga. Esta receta, amigos, familia, ya os la he compartido alguna vez… pero es que es tan sencilla y estoy viendo unas anchoas tan espectaculares este año, que no me resisto a volvérosla a contar.
Revuelto de xixas: Cortamos unas xixas, xixahoris, angulas de monte… cualquier seta de temporada de primavera nos sirve. Calentad la sartén mucho y añadid las setas con una gota de aceite, pimienta negra y sal. Salteadlas unos 15 segundos y retiradlas a un plato. Añadid un poco más de aceite y romped 2-3 huevos en la sartén, ya fuera del fuego. Recordad que estaba muy caliente. Removed todo hasta que el revuelto parezca un revuelto. Si hace falta, calentad la sartén a la vez que removemos el huevo, sin parar. Cuando el huevo esté listo, añadid de vuelta las setas y listo. Sencillo a más no poder.
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