«El libro es enemigo de las buenas costumbres»
El Fondo de Cultura Económica son palabras mayores, tanto que le basta el nombre de pila para ser reconocido en toda Latinoamérica. El Fondo es, probablemente, la mayor editorial del mundo en lengua castellana, ha publicado más de 10.000 obras desde que fuera creada en 1934, de las cuales unas 5.000 se mantienen en circulación, dentro de un catálogo que tiene a 65 premios Nobel. Es la casa de Juan Rulfo y su Pedro Páramo, del primer Carlos Fuentes y de mucho Octavio Paz. Y es, además, propiedad del Estado mexicano, lo que la convierte en una cosa extrañísima en el mundo editorial.

Al frente de esta máquina con presencia en ocho países, además de México, está, desde 2019, Paco Ignacio Taibo II, escritor incombustible, conspirador impenitente y provocador incansable. A Taibo, que estuvo en Iruñea recientemente de la mano de Editargi y Txalaparta, lo nombró el expresidente Andrés Manuel López Obrador y lo ha ratificado para un segundo mandato su sucesora, Claudia Sheinbaum. Comparte con ambos militancia en Morena, el partido en el poder en México, y desvelos en la Cuarta Transformación (4T), el movimiento con el que López Obrador blindó su llegada al poder hace siete años.
¿De qué sirve editar libros en el siglo XXI? De que si no haces libros, ¿cómo transportas el pensamiento crítico? El libro ha sido el vehículo histórico para el transporte del pensamiento crítico. No en balde, ha sido y es censurado y perseguido; tienes hoy a Estados Unidos tratando de impedir que se lean libros en las escuelas. No en balde, el libro fue quemado por los nazis con singular alegría y destruido por el franquismo o por la dictadura argentina, que metió un tanque en una editorial solo dos días después de tomar el poder.
El libro es un enemigo del pensamiento conservador, de las buenas costumbres. Es, por naturaleza, un espacio para el transporte de la subversión, del pensamiento crítico, de lo incorrecto, de la provocación, la reflexión y la memoria. Sin libros, ¿cómo haces memoria?, ¿cómo impides los olvidos que una sociedad conservadora está continuamente empeñada en crear? Si las preguntas son quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, el libro nos ayuda a buscar respuestas.
Está al mando de una de las mayores editoriales del mundo, probablemente la mayor en lengua castellana. ¿Qué es el Fondo de Cultura Económica? Es una cosa extrañísima. Somos la única transnacional de izquierda que hay en el puto planeta. Eso es el Fondo, aunque explicarlo es más complicado. El Fondo es una editorial surgida del Estado mexicano con pretensiones, en su época de nacimiento, progresistas. Nace con el cardenismo para producir libros de economía para las universidades mexicanas. Es rarísima la propuesta original.
Pero evoluciona muy rápido, con la entrada de Arnaldo Orfila, hacia una editorial progresista que abre el espectro y crece. Hasta el Gobierno represor del 68 de (Gustavo) Díaz Ordaz, que lo defenestra por la publicación de tres libros emblemáticos: “Escucha Yankie”, de (Charles) Wright Mills; “Los hijos de Sánchez”, el gran libro sobre la pobreza en México; y “Los condenados de la tierra”, de (Frantz) Fanon. Orfila se va a dirigir Siglo XXI y el Fondo se va convirtiendo en una zona de prestigio utilizada por el Gobierno mexicano en sus relaciones públicas exteriores, aunque a la par va desarrollando una política interesante de edición de libros de ensayo y otros ámbitos, con momentos muy afortunados y momentos más fríos. Crece y crece, con filiales en todo el mundo hispanoparlante, con su propia imprenta, pero a la par se va volviendo aristocratizante y, al estilo de los gobiernos priístas, corruptón.
Lleva siete años al frente de la máquina. ¿Qué valoración hace? Cuando llegamos hace siete años, el argumento fue sencillo: vamos a hacer del Fondo un aparato al servicio del pueblo. Nos acusan de populistas, claro, ¿es que ustedes son antipopulares? La hemos racionalizado económicamente y le hemos quitado la estructura de privilegio. El dinero público no se gasta alegremente. Somos puritanos, franciscanos, en materia de gasto. Y hemos incorporado colecciones que el Fondo no tenía, para hacerlo más popular. No había fantasía, ciencia ficción, novela policíaca, cómic… para la aristocracia que dirigía el Fondo eran literaturas menores.
También han bajado los precios. Hemos sacado libros de formato pequeño, con tirajes masivos, a un euro el más caro y a 70 céntimos de euro el más barato. Los libros son un pecado en México y en toda América Latina, son carísimos. Las transnacionales han estado reventando el precio, porque en su lógica, les interesa más vender 1.000 ejemplares a la clase media-alta, que 4.000 a precios populares. Y esa política de precios había estado arrastrando a todo el libro mexicano.
Le han criticado duro por eso. Jaja, todos los días hay leña. Somos reventadores. ¿A quién le molesta que bajemos los precios de los libros? La aristocracia intelectual de derecha atribuye el hecho de divulgar a algo que hacen los vulgares, pero significa transportar al vulgo. Y el vulgo somos todos menos ellos, menos ese 4% de comemierdas instalados en la lógica de señoritos por haber heredado pedazos de poder. Eso sí, hacemos ediciones populares, pero al mismo tiempo no dejamos de editar a Hegel.
El abanico es amplio. Somos eclécticos hasta el culo. Lo mismo publicamos los poemas de Ho Chi Minh, que al día siguiente estamos reeditando a Keynes. Ahora vamos a sacar el Premio Cervantes de Álvaro Pombo.
¿Esto se podría hacer sin ser una editorial pública? Claro que no. La mitad de nuestros ingresos provienen del Estado, lo cual te permite que la mitad de nuestro egreso sea social y no mercantil. El Fondo tiene una estructura mercantil, vende libros, compra libros, edita libros, distribuye en el mercado. Pero también tenemos 22.000 clubs de lectura que alimentamos. Todos los años regalamos un millón de libros a toda esta red. También tenemos librobuses, librerías móviles que hemos creado con un sistema muy barroco y que han llegado a comunidades como San Quintín, en Baja California, donde nunca había llegado un libro.
Al Fondo llega de la mano de Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué supone su llegada al poder en la historia de México? En términos históricos, supone una puesta al día de dos elementos. Es una revisión de la conquista como un fenómeno maligno, y es una revisión de los siglos XIX y XX como una continuidad de revoluciones: independencia, revolución liberal de la Reforma, revolución mexicana, cardenismo...
Es el turno de Sheinbaum. Aquí se la ha presentado a menudo como la heredera nombrada por López Obrador. ¿Quién es? Mentira, mentira podrida. Si quieres tener un mal día, desayuna leyendo prensa española. Claudia es una exmilitante salida del movimiento estudiantil, ligada a la izquierda radical que emergió en los años 70. Ha hecho una carrera brillante como funcionaria pública, tiene formación científica, y políticamente es del ala izquierda. ¿Que Andrés nos la nombró? Para nada, la nombramos nosotros dentro de una batalla interna interesante entre cuatro propuestas, dos de las cuales eran del ala izquierda, pero las otras dos eran del sector, digamos, centro-burocrático de Morena y la 4T.
Con el sistema de partidos mexicano hecho trizas, ¿la política mexicana se dirime ya dentro de Morena? El PRI es un cadáver y el PRD va a desaparecer este año. Queda el PAN como partido conservador vinculado a la Iglesia, en condición de minoría. La derecha está desarbolada.
Por otro lado, Morena es un frente electoral, es el conglomerado que Andrés crea para que no puedan impedir que ganemos las elecciones. Lo venimos construyendo con amigos y conocidos, porque en los frentes electorales tú tienes amigos pero también tienes solo conocidos. ¿Qué me dices si no del Frente Popular que llegó en la República al poder en el 36? ¿Qué tenían que ver los anarquistas votando con los republicanos moderados?
A Sheinbaum le ha tocado bailar con el más feo. Estamos en un momento bajo potente agresión norteamericana, porque Trump ha decidido agredir a todo el planeta, incluso de pasada, darles bofetadas a sus amigos. No ha perdonado a ninguno. Cuanto más servil es el gobernante, más duro le pega, como a Milei, por idiota.
Esta situación de agresión plantea un problema político y económico, porque somos la frontera más grande que tiene Estados Unidos. Y todo en medio de la guerra contra el narcotráfico, que está siendo abastecido de armas por la industria armamentística norteamericana. Entonces, estamos en una zona de conflicto fuerte con el trumpismo, sosteniéndolo bastante bien. Con la cabeza fría y el corazón contento, la popularidad del Gobierno de izquierdas es alta y estamos en un proceso muy interesante para cambiar las reglas de producción del país, para ir hacia una economía agroindustrial de autosuficiencia alimentaria, para no depender de EEUU. Todo esto, sin disminuir el gasto social.
Hay hoy referencias latinoamericanas como México, Uruguay, Brasil o Colombia que resultan inspiradoras. También están ahí Milei, Noboa y Bukele, entre otros. ¿En qué momento está Latinoamérica? De repente tendemos a ver la historia como procesos lineales y unívocos, pero no, son procesos con avances y retrocesos. El proceso del kirchnerismo en Argentina fue muy interesante, pero dentro traía el sapo envenenado de la corrupción de una parte del peronismo. De ahí emerge un delirio absoluto como Milei, que es como poner de presidente al portero de una discoteca. Entonces, hay procesos muy interesantes, pero ninguno tiene garantizada su continuidad.
¿Cómo puede impactar Trump en esos procesos de transformación? Puedo cometer una herejía, pero siendo pagano no importa, porque ustedes son herejes de nacimiento también. Creo que Trump nos va a hacer el favor. Lo que pasa es que hay que tener cuidado, porque el favor puede volverse delirio. El favor es que te coloca ante una situación en la que su irracionalidad obliga a tu racionalidad, y te obliga a insospechadas alianzas policlasistas, no deseables en el largo plazo pero fundamentales en el corto plazo.
Hoy tenemos que sonreírles a las empresas norteamericanas que producen automóviles en México. En mi vida pensé que tendría que sonreírle a un capital transnacional y, sin embargo, Trump nos colocó de este lado. Trump va a realinear las fuerzas y las posibles alianzas, y nos vamos a encontrar de repente momentos muy raros, con mayorías antitrumpistas enormes, por intereses comunes creados. Es un momento en el que el trumpismo puede fortalecer las posiciones de izquierda en los lugares donde la izquierda es más inteligente.
El momento también tiene sus peligros. Sí, porque este tipo está loco. Un día de estos nos suelta ocho helicópteros en la frontera de Tamaulipas para bombardear un campamento de los narcos y te crea un estado de guerra entre México y EEUU. Está loco porque no mide. Su concepto de economía es el concepto de un chino con una lavandería y un ábaco roto al que no le dan los números. Suma mal. Ordena la expulsión de los emigrantes y los granjeros de Nebraska le contestan: «¿Y quién recoge la cosecha del algodón?». En lugar de dar visas de trabajo, crea el mito de que son bandidos y narcos. Huevón, son los que lavan las piscinas, construyen edificios y recogen las cosechas.
¿Cómo ve la alternativa china? En estos momentos, los amores de México y Canadá son notables y las sonrisas que te dan los chinos son enormes. Yo tengo grandes prevenciones para el ingreso del capitalismo chino en México, pero es que, ¿qué otra te queda si este loco quiere cerrarnos la salida del aluminio? Pues te queda la alianza con el que puede comprar aluminio a nivel mundial.
En Europa, Trump está consiguiendo cierta unificación, pero no por el lado inteligente, precisamente. El rearme está en marcha. Ese es el problema y el peligro. Es un delirio. Los chinos dicen que los tiempos difíciles crean personas inteligentes. Yo creo que es una máxima falsa. Los tiempos difíciles crean personas inteligentes, personas idiotas y personas más idiotas de lo que es habitual, porque el miedo no es un buen consejero. El miedo provoca la Europa del 36 y del 39, la que bloquea la ayuda a la República española. El miedo es jodido y, si Trump lo detecta, va a buscar sangre.

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