La alimentación del bebé, ¿solo cuestión nutricional?
La alimentación del bebé no es únicamente una cuestión de obligada nutrición, también es un acto de relación que establece vínculos. La dietista de 7K subraya las ventajas de la lactancia materna y las formas en las que se debe administrar, igualmente si la opción elegida es el biberón.

Hace ya algunos años que se están llevando a cabo estudios interesantísimos con herramientas como la neuroimagen que permiten visualizar la actividad cerebral y que están poniendo de relieve cómo la interacción de sustancias biológicas como son las hormonas, los nutrientes y otras sustancias activas con experiencias más sensoriales y emocionales, favorecen cambios en la estructura cerebral.
Esta es la forma a través de la cual sabemos que la estructura cerebral de la mujer cambia con la experiencia de la maternidad, pero también que la lactancia materna tiene efectos positivos en el neurodesarrollo infantil.
Así lo evidencian sendos estudios realizados a través de esta técnica, gracias a la cual se ha demostrado que los bebés amamantados más de quince meses presentan diferencias en el volumen y la estructura cerebral en comparación con aquellos alimentados con fórmula. Concretamente, las diferencias radican en que los primeros presentan mayor desarrollo y volumen de la materia blanca (conectividad cerebral) y gris (aprendizaje y memoria).
Y, ¿cómo podría la lactancia materna ejercer tal efecto? Según parecen sugerir los autores, la combinación de nutrientes y sustancias activas de las que está compuesta la leche materna podrían explicar estos cambios cerebrales pero, tal y como mencionábamos en el artículo anterior, comer no solo es relevante por su efecto nutricional, sino por el vínculo relacional que se establece a través de la alimentación.
Pero, ¿qué pasa si se alimenta con fórmula o con lactancia diferida? Pues que para garantizar todos los beneficios de esta primera etapa de la alimentación del bebé, debería darse el biberón, tanto si es de leche de fórmula como si es leche materna extraída, siguiendo las mismas premisas que en la lactancia materna: a demanda, favoreciendo el “piel con piel”, dar el biberón en brazos y, principalmente, que sea siempre la misma persona la que alimente al bebé, preferiblemente la madre y, a lo sumo, su pareja. Esto favorece que el bebé perciba una serie de elementos comunes en cada toma (olor, sonido de la voz, latido del corazón, forma particular de sostenerlo…) que permiten al bebé establecer un vínculo seguro.
Y es que probablemente sea la unión de ambos factores, nutricionales y relacionales, los que suponen tal beneficio.
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