IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Espacios

A principios del siglo XX, el arte de vanguardia y la arquitectura unían sus fuerzas para el diseño de nuevas tendencias de organización de espacios expositivos que sustentaran el proyecto de la modernidad. La intencionalidad de crear espacios neutrales que eliminaran de la percepción de la obra componentes externos al propio contexto expositivo se ha traducido, incluso hasta nuestros días, en la famosa metáfora del “cubo blanco”. Cuestiones de raza, género o clase social trascendieron la intencionalidad neutral de la objetividad moderna y se hicieron presentes en las prácticas artísticas de los 70. La entrada del video aportará la “caja negra” como lugar expositivo en una convivencia con el espacio vacuo, pulcro, infinito y silencioso. La evolución del papel del espacio expositivo denota entonces una gran relevancia respecto a la relación que se crea con las piezas expuestas. El papel de las estancias, paredes o techos posee una voz propia que, a pesar de los intentos por neutralizarla, acaba apareciendo en el sentir general de la exposición.

Por esto, visitar la muestra de Koko Rico (Gasteiz, 1965) en Zuloa adquiere una doble relevancia. El propio proyecto, inaugurado en 1987, es una de las referencias culturales de la capital alavesa. Zuloa asume con el paso de los años un protagonismo en la programación cultural más resistente, lo que la convierte en un espacio de alta carga simbólica en medio de la débil salud del panorama cultural de la ciudad. Además, la exposición de un artista de gran trayectoria y con un trabajo tan completo como es el de Rico nos hace encontrarnos de bruces con una propuesta compleja e interesante. Hasta el 27 de febrero, la exposición titulada “50” nos permitirá deambular por una serie de dibujos que, sin duda, necesitarán de más de un visionado.

Estos trabajos, que suponen la vuelta del artista a la tinta y el papel, se acumulan en las paredes del espacio para crear un recorrido a medio camino entre lo onírico y lo inquietante. Algunos de aparente sencillez muestran incluso los comportamientos de los materiales en contacto, creando arrugas o dobleces que remiten a aspectos tangibles tan perdidos con la digitalización. Las obras dialogan con la propia composición espacial. A pesar de los soportes blancos de donde cuelgan los dibujos, en Zuloa sigue estando presente la piedra que asoma entre recovecos y en los techos, que confieren al trabajo de Rico un lugar muy acertado para la muestra. El discurso está incompleto y es trabajo de cada mirada apropiarse de lo que dispone el artista y atreverse a andar por cada uno de los caminos que aparecen en las piezas.

En cuanto a la relación obra-espacio, se antoja interesante también el proyecto “Etxetik gertu/Cerca de casa”, del artista José Pablo Arriaga (Markina-Xemein, 1969), que hasta el 28 de febrero acoge Kultur Leioa (Bizkaia). En un terreno a veces confuso entre lo pictórico y lo escultórico, una serie de consistentes piezas presentan una potente alegoría de la humanidad. El color blanco se desplaza esta vez de las paredes a las obras, creando, en una primera vista, un paisaje visual que se disipa a medida que nos acercamos a ellas.

Puertas que se abren, formas que conviven entre el hormigón y la madera, o incluso tejas que se asocian bajo el pesado tedio de la imposición conforman un planteamiento sugerente que se presenta con autoridad conceptual y matérica en el espacio del centro.