TERESA MOLERES
SORBURUA

Adaptarse o morir

L as plantas originarias de climas secos y altas temperaturas están especialmente adaptadas para sobrevivir. Una de las formas más evidente es la adaptación que vemos en las hojas. Los Aeoniums verdes y el púrpura Schwartzkopf aprietan sus hojas hasta formar una roseta. Así consiguen la mínima pérdida de humedad al solaparse unas con otras proporcionándose sombra. Este fenómeno se ve claramente en los días de verano nublados cuando las hojas se aflojan y se aprietan menos entre sí.

Otras plantas como jaras y coscojas enrollan sus hojas para disminuir la superficie de transpiración. Las de los palmitos que se reducen y aplanan. Salvias, cantuesos, espliegos, romero y tomillos bajan su temperatura foliar al reducir la superficie de las hojas. El eucaliptus, sin embargo, desarrolla un sistema de raíces muy largo para tener acceso a las capas profundas del suelo hasta encontrar agua.

Una adaptación interesante es la de las hojas aterciopeladas o pilosas. Los pelos ayudan a mantener la superficie de la hoja relativamente fría por la sombra que proporcionan cuando reflejan la luz solar. Es el caso de las plantas que denominamos de follaje plateado como las campanillas, Convolvulus cneorum, de hojas lanceoladas de color gris glauco y flores blancas, y la Stachys byzantina, o lengua de cordero de textura sedosa y plateada.

Las Opuntia o chumberas han desarrollado ramas ovaladas y aplastadas que a menudo se confunden con hojas. En ellas almacenan agua y al igual que en las hojas de otras plantas absorben la luz para realizar la fotosíntesis. Estas ramas presentan otra curiosidad, se orientan en diferentes direcciones para asegurar que toda la fuerza de la intensidad solar no se concentre en la planta al mismo tiempo.

Los pinchos de las plantas cactáceas son hojas que han reducido su tamaño para evitar la evapotranspiración, a la par que los tallos de tejido esponjoso se convierten en almacén de agua. Los cactus esféricos tienen una estructura en forma de costillar, adaptación para conseguir sombra entre sus espacios. Cuando el agua es realmente escasa todo el cactus se encoge como un acordeón. Las plantas adaptadas al secano necesitan suelos pobres, ligeros, con buen drenaje y situados a pleno sol. Sin embargo agradecerán riego quincenal de mayo a setiembre. En invierno podemos olvidarnos de ellas.