IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Naufragio temporal

Con la llegada del verano un gran número de instituciones culturales desarrollan planes para levantar pabellones efímeros en sus instalaciones, de forma que los visitantes tengan un nuevo atractivo, normalmente en los jardines o plazas del museo en cuestión. Este tipo de arquitecturas afrontan a menudo dos cuestiones, que pueden ser al mismo tiempo su ventaja y su cruz. Por un lado deben ser efímeras; es decir, se construyen para un periodo de tiempo corto, lo que permite a su autor ciertas licencias constructivas, pero también restricciones importantes respecto al coste. Por otro lado, el proyecto se enfrenta también a la necesidad de convertirse en un elemento artístico, en un manifiesto capaz de articular un discurso o un debate sobre la arquitectura actual, su relación con el entorno, el clima o el mundo del arte. En cierto modo, no se trata exclusivamente de resolver la funcionalidad de un pequeño pabellón, sino que el arquitecto es interrogado mediante su obra, sobre el futuro de la propia disciplina.

El estudio de arquitectura Shinslab, de Corea del Sur, ha finalizado uno de estos pabellones en el patio del Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Seúl. La pieza es un espacio para visitantes realizado gracias al programa para jóvenes arquitectos del MoMA en la sede de Seúl. La estructura ha sido desarrollada en colaboración con el National Museum of Modern and Contemporary Art (MMCA) y ha sido titulada como “Temp’L”, basándose en un diseño inteligente en el que se ha reciclado, pieza a pieza parte de la proa de un antiguo barco en proceso de desguace.

El proyecto pone de manifiesto la capacidad espacial de los restos del antiguo navío, su escala y su materialidad contrastada entre el exterior y el interior. Pero, al mismo tiempo, es también una especie de escultura arquitectónica que nos recuerda los problemas de la industrialización, el medio ambiente, las leyes del mercado y la ecología. El nombre propuesto para la instalación, “Temp’L”, proviene de fundir las palabras temporal y templo, queriendo dar a entender que se trata de un pabellón temporal para la meditación que estará únicamente abierto durante el verano. Es llamativo cómo esta arquitectura simbólica muestra un diseño totalmente diferente de los ganadores en ediciones anteriores: aquí la forma no se construye, ni se piensa el material, el arquitecto se convierte en el gestor de esa chatarra y la instala aprovechando la forma y la materialidad que tenía. Podría pensarse incluso que, en cierto modo, se desvincula de una parte de la disciplina arquitectónica, pero, por el contrario, la naturaleza del pabellón conecta con la tradición cultural arquitectónica moderna.

El arquitecto Shin Hyung-Chul pasó su infancia y una buena parte de su formación en Europa, y como él mismo ha declarado, siempre le impresionaron los grandes barcos que parecen flotar dentro y fuera de los exquisitos edificios de Venecia. La propuesta mezcla esas imágenes, combinándolas con el influyente discurso de la modernidad explicado por Le Corbusier, en la que a menudo se establecieron paralelismos entre la arquitectura y los grandes barcos, entendidos éstos como pequeñas ciudades autónomas perfectamente adaptadas a su medio. En definitiva, grandes máquinas destinadas a ser habitadas.

En el interior, la estructura de geometrías curvas y blanco nacarado contrasta con las superficies exteriores, oxidadas y de textura rugosa debido a las inclemencias del mar. Concebido como un pabellón al aire libre, con asientos, la instalación servirá como un área de descanso para los visitantes del museo y supone una oportunidad para que jóvenes estudios de arquitectura puedan mostrar su trabajo a un público internacional.

Young Architects Program del MoMA se presenta en Italia, Turquía, Chile y Corea del Sur. 2016 es el tercer año que se muestra en Seúl y es su edición número 17 en todo el mundo. “Temp’L” se podrá ver en el patio del museo de MMCA de Seúl hasta el 3 de octubre, de modo que cualquier visitante podrá sentarse en la ruina oxidada de un naufragio y meditar sobre la grandeza de aquellas máquinas que sirvieron para conquistar el mar, y si no son hoy más que cadáveres de una economía que olvida el medioambiente y a quienes lo habitan.