XANDRA ROMERO
SALUD

Voluntariado a ciegas

En vísperas navideñas parece que nos sensibilizamos más con aquellos que se encuentran en situaciones desfavorecidas. En la línea de otros años, ya han empezado las campañas del Banco de Alimentos en las distintas superficies comerciales de nuestro territorio. Esta Gran Recogida supone el 25% de los alimentos que el banco reparte a lo largo del todo el año, ya que en total hacen un acopio de cuatro millones de kilos. De esta comida se benefician algo más de 30.000 personas.

Los responsables de este programa piden, expresamente, una serie de productos: «Recomendamos que se donen principalmente conservas de pescado, legumbres cocinadas (no secas), aceite, leche, galletas, cacao en polvo, azúcar, productos infantiles, pasta y arroz».

Antes de seguir con este punto, cabe realizar una aclaración, y para ello es preciso aportar algunos datos sobre nuestro entorno: Se habla de desnutrición cuando realmente la palabra correcta sería malnutrición. Es probable que todos conozcamos la definición de desnutrición y, seguramente, cuando pensamos en ella nos viene de inmediato a la cabeza la imagen de una persona extremadamente delgada. Pero existe un tipo que no es tan evidente a simple vista y que es la desnutrición oculta. Esta afección está causada por una alimentación inadecuada, concretamente por un pobre consumo de frutas y verduras; alto consumo en alimentos ricos en grasas y azucares y exceso de consumo de productos procesados.

¿Cómo se presenta? Por ejemplo como anemia, que es la forma de desnutrición oculta más común en la población. Esta puede aparecer si basamos nuestra dieta en pastas, cereales y grasas propiciando un déficit de este elemento vital para nuestra salud como son los alimentos de origen vegetal, a pesar de que el peso corporal sea el adecuado o incluso, por el contrario, se presente junto con sobrepeso y obesidad.

Distintos representantes de la Asociación Española de Pediatría llevan tiempo advirtiendo de que en el Estado español hay malnutrición infantil, pero rechazan que exista desnutrición. Otros pediatras refieren que en sus consultas no han apreciado todavía un aumento de los casos de desnutrición por defecto.

De modo que a la hora de donar alimentos es importante recordar que no porque un alimento sea rico en calorías significa que nos va a nutrir saludablemente. No necesitan darse una alegría así, no necesitan comer «no-comida»… ¿En serio queremos darles esto?: galletas, cuyos ingredientes son harina de trigo, azúcar, grasa vegetal (antioxidante E-320), jarabe de glucosa y fructosa, suero de leche en polvo. Es decir, entre 17-25% de grasa (60% de grasa vegetal saturada, o sea de palma) y azúcar entre 15-28%. Si no les daríamos palmeras de chocolate, ¿por qué les damos galletas?... o Cola Cao (70% de azúcares) o Nesquik (77% de azúcares).

La pregunta es: ¿Qué podemos aportar en lugar de galletas y cacao?

Pues, por ejemplo, frutos secos, que son asequibles y suelen ser muy bien recibidos por los niños, por lo que se les pueden dar dos puñados cada día como refuerzo energético, de proteína y de ácidos grasos esenciales. También son una buena idea las frutas desecadas, como uvas, ciruelas, orejones, dátiles... que concentran los azúcares naturales de la fruta fresca así como los minerales (potasio, magnesio, calcio, hierro), por lo que son una opción dulce y a la vez muy nutritiva.