XANDRA ROMERO
SALUD

Metástasis y grasas

Recientemente hemos conocido la noticia de que la metástasis –extensión de un foco canceroso a un órgano distinto de aquel en el que comenzó– está íntimamente ligada al consumo y metabolismo de las grasas. Un grupo de investigación del IRB (Instituto de Investigación Biomédica) de Barcelona ha publicado en la prestigiosa revista “Nature” un estudio en el que identifican una proteína vital para que las células tumorales puedan iniciar la metástasis.

Estudiando una serie de células tumorales, estos investigadores observaron que una población celular que presentaba características muy similares a las de las células de la metástasis mostraban un metabolismo muy elevado de grasas. Entonces buscaron la proteína CD36, que está en la superficie de estas células y funciona como puerta para que los ácidos grasos que vienen de la dieta o de otros tejidos entren dentro de las células.

Para comprobarlo, añadieron CD36 a células tumorales que no producen metástasis, y estas empezaron a hacerlo. Además, observaron cómo los ratones que consumían una dieta un 15% más rica en grasas, tenían cerca del 80% más de metástasis. Por lo que el estudio concluye que a mayor nivel de CD36, mayor es la probabilidad de que un tumor metastatice.

Pero hay más. Y es que con lo vapuleadas que han estado las grasas durante los treinta últimos años, la gente podría pensar que cualquiera puede favorecer la metástasis. De modo que los investigadores han estudiado qué grasa tiene mayor capacidad inductora de metástasis y, adivinen, el premio gordo se lo lleva el ácido palmítico, componente principal del aceite de palma. ¿Y recuerdan dónde está el aceite de palma? Pues en la bollería, incluidas galletas infantiles como las “Dinosaurios”, de las que ya hemos hablado, además de en toda la comida procesada.

De tal importancia es este descubrimiento que un laboratorio ya se ha interesado en patentar un fármaco. Sin embargo, los autores concluyen que un cambio en la dieta también podría prevenir la evolución a metástasis de los pacientes con tumores, y esto, lectores, no tiene nada de innovador.

De hecho, ya en 2008 se publicaron las recomendaciones derivadas del estudio de revisión “The second World Cancer Research Fund/American Institute for Cancer Research expert report”, donde todos los estudios fueron evaluados por un panel independiente de 21 expertos internacionales y que concluyó con las siguientes recomendaciones para prevenir el cáncer:

1. Mantener un peso y grasa corporal dentro del rango saludable.

2. Ser físicamente activo.

3. Limitar el consumo de alimentos y bebidas energéticamente densas.

4. Evitar las bebidas azucaradas.

5. Comer principalmente alimentos de origen vegetal.

6. Limitar la ingesta de carne roja y evitar la carne procesada.

7. Limitar las bebidas alcohólicas.

8. Limitar el consumo de sal.

9. Evitar los cereales refinados.

10. Cubrir las necesidades nutricionales a partir de la dieta y no a partir de suplementos nutricionales.

11. Para las madres y para los niños, favorecer la lactancia materna.

Pero si ya lo sabíamos y este descubrimiento no hace más que recalcar la importancia de la dieta en relación al cáncer, ¿por qué no es parte del tratamiento cómo lo es en otros países, teniendo en cuenta que hasta los propios autores aseguran que el coste para el sistema sanitario sería bajísimo?

Como siempre, y como bien apuntan los investigadores, el problema es que es muy difícil conseguir financiación para un estudio que no está vinculado a un fármaco.