IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Forma tallada

En la escultura, al igual que en la arquitectura, la forma se ha construido históricamente a partir de dos procedimientos opuestos, basándose uno en la adición de material y otro en su sustracción. Las técnicas de moldeado o de fundición responden a esos métodos en los que la materia es añadida, por contra el tallado sería el procedimiento clave de la construcción formal mediante la eliminación de partes de un todo. Tallar es cortar, restar, eliminar lo superfluo, para ir descubriendo la forma encerrada en la materia.

El nuevo edificio multifuncional que el estudio holandés MVRDV ha levantado en la ciudad de Poznan (Polonia), tiene una presencia volumétrica escultórica que responde directamente a esa idea del tallado, desde una actualización contemporánea. Con un diseño facetado, que provoca que ofrezca diferentes rostros a su entorno, la nueva pieza busca adaptarse al complejo contexto del solar, punto de unión entre el casco histórico de Poznan y la zona financiera moderna. El proyecto de MVRDV ofrece un diseño donde el vidrio y el hormigón pretenden combinarse de forma equilibrada, intentando establecer una relación con la materialidad, tanto de la antigua como de la nueva urbe, al mismo tiempo que persigue las mejores condiciones posibles de iluminación y vistas desde el interior.

Tal y como explicó la cofundadora de MVRDV, Nathalie de Vries, al llegar a Poznan, vieron que el objetivo principal sería el de realizar un edificio de oficinas representativo en el que las funciones más públicas ocupasen las primeras capas y que fuese ganando en privacidad hacia la parte superior. En ese sentido, se tornó fundamental poder controlar su huella en el solar, facilitando la creación de una nueva plaza que sirviese de acceso, mediante el tallado diagonal de la planta baja. En los pisos superiores se repite ese mismo juego de formas diagonales, lo que provoca la creación de unas terrazas escalonadas que son útiles a los trabajadores de las distintas oficinas.

Mediante la repetición de este procedimiento, el volumen máximo que era posible construir sobre el solar, fue rasgado diagonalmente con diversos ángulos para adaptar las diferentes superficies a los diversos usos, construyendo una forma facetada. El edificio, que ha sido bautizado como Baltyk, aparece en el paisaje urbano como una pieza cambiante totalmente diferente dependiendo del lado por el que nos acerquemos. A veces, es una construcción lineal con una fachada de hormigón y frentes abiertos de cristal, desde otros ángulos se asemeja a una torre esbelta y piramidal, mientras que desde el casco histórico su presencia se caracteriza por la de una retícula de granito y vidrio inestable debido al gran corte sufrido en la planta baja.

La torre, formada por 16 pisos de altura, permite albergar gran variedad de usos gracias a su planta irregular. Este edificio de 25.000 metros cuadrados está conformado por 12.000 metros de oficinas, un gran hotel de apartamentos y un restaurante panorámico que ocupa las plantas altas. Además cuenta con 1.350 metros cuadrados de superficie comercial en el zócalo y tres niveles de aparcamiento subterráneo.

Luz natural y ahorro energético. El proyecto ha puesto especial atención en el diseño de las plantas de las oficinas, en los que la flexibilidad permite que cualquier empresa pueda adaptar el espacio a sus necesidades funcionales. Además, todos los pisos destinados a oficinas tienen una profundidad de alrededor de siete metros, lo que garantiza que la luz del día ilumine generosamente los espacios de trabajo, reduciendo el consumo eléctrico. La piel externa de la torre, construida en hormigón y vidrio, ayuda también de forma determinante al confort interior. MVRDV trabajó con un hormigón oscuro que se moteó con fibras de cristal, creando una textura mineral muy interesante y poco usual. Estos marcos de hormigón sobresalen de los paños de vidrio como rejillas parasol, reduciendo el impacto directo del sol en los sitios de trabajo.

Esta estructura reticular, además de tomar su forma de otros edificios importantes de la zona, como el modernista Okraglakr de 1954, obra del arquitecto Marek Leykam, sirve como guía de corte del volumen general. En la torre Baltyk, la forma se construye para responder a las necesidades de sus usuarios y al contexto de la ciudad, pero se hace tallando y cortando lo que convierte al nuevo edificio en una estructura escultórica atemporal.