joseba Eizagirre
MOTOR

El espíritu de las carreras de los años 20

Gipuzkoa ha recuperado el espíritu de las carreras automovilísticas que se celebraban en los años 20 y 30 en el antiguo Circuito de Lasarte a través de la organización de un rally internacional de vehículos clásicos, denominado San Sebastián Circuit Spirit, que el pasado día 24 de junio reunió a cerca de setenta coches deportivos, entre los que destacaban auténticas joyas como un Rolls Royce y un Ford A Roadster fabricados en 1930 o un Jaguar SS 2.5 Roadster de 1937.

Fue en el año 1923, con motivo de la celebración de la segunda edición de la Feria de Muestras de Donostia, cuando comenzaron las grandes carreras en el Circuito Automovilista de la capital donostiarra. Aquel primer evento, bautizado como Gran Semana Automovilista, se celebró entre los días 21 y 26 de julio y, a partir de entonces, las citas con el deporte del motor se fueron sucediendo hasta el año 1935 (exceptuando los años 1931 y 1932), en los que albergaron grandes pruebas como el Gran Premio de España, Gran Premio de Europa, el Gran Premio de San Sebastián o el Criterium de las 12 horas, entre otras.

Las carreras en el Circuito de Lasarte sirvieron para que en él rodaran coches como los Elizalde, Hispano Suiza, Nazzaro, Delaye, Ford, Talbot, Maserati, Bugatti, Alfa Romeo, Mercedes Benz o Auto Unión, conducidos por pilotos de renombre como Garnier, Almenar, Basterra, Belven, Satrústegui, Morel, Dubonnet, Nuvolari, Chiron, Varzi, Rosemeyer, Caracciola, Siena o Von Stuck.

El evento celebrado el pasado día 24 de junio estaba organizado por la Escudería Touring, en colaboración con las federaciones guipuzcoana y vasca de Automovilismo.

Arrancó a las 10.30 de la mañana en el puerto de Donostia y los 67 coches participantes recorrieron un trazado de alrededor de 200 kilómetros que discurría por varias localidades guipuzcoanas y que no estaba elegido al azar, ya que pretendía rememorar aquella gran caravana automovilística que en 1923 recorrió el territorio de Gipuzkoa.

Así, tras pasar por Igeldo, la caravana se desplazó a Lasarte-Oria, localidad que da nombre al antiguo circuito de 17,815 km de longitud y que atravesaba otras localidades como Andoain, Urnieta o Hernani. La meta, la tribuna principal y los boxes se encontraban entre Lasarte y Oria, por aquel entonces núcleos todavía separados.

La recta principal del antiguo circuito tuvo precisamente un protagonismo especial e hizo imaginar a los participantes el escenario de aquellos años, entre 1923 y 1935, en los que este lugar era punto de peregrinaje de multitud de aficionados al automovilismo, y centro de atención por unos días de Europa entera.

Tras pasar por localidades como Irura, Asteasu o Aia, los participantes volvieron a la costa para visitar Zarautz, Getaria y Zumaia. Después se dirigieron al balneario de Zestoa, luego al santuario de Loiola y a la pequeña localidad de Errezil, antes de finalizar de nuevo en el puerto donostiarra.

Tramos de regularidad. El evento no tuvo carácter deportivo y la velocidad media impuesta fue siempre inferior a 50 km/h. A lo largo del recorrido, se establecieron cinco tramos de regularidad con una longitud máxima de 1.000 metros.

La carrera estaba dividida en dos grupos, el primero denominado Rally classic-sport, en el que participaron los 29 coches clásicos y deportivos más antiguos (fabricados o matriculados entre 1923 y 1967), y el segundo, denominado GTbira, para coches GT deportivos fabricados o matriculados entre 1968 y 2017.

Los coches más antiguos que participaron en la prueba eran un Rolls Royce 20/25 del año 1930 conducido por Ramón Rafart, un Ford A Roadster del mismo año conducido por Luis Mari Landa, un Jaguar SS 2.5 Roadster de 1937 conducido por Amador Tolosa o un Ford 81-A Coupé de 1938, conducido por José Ramón Urreta. También pudimos ver varios Citroën 11 Ligero, un Chevrolet Corvette C1 o varios Triumph TR3A y Jaguar.

Entre los 37 participantes de la GTbira, pudimos ver varios Jaguar, Porsche, Ferrari o BMW de los años 70 y 80, aunque también vehículos más actuales como un BMW Z3 del año 2000, un Honda Civic Type TCR de 2016, un Porsche 991 Turbo de 2017 o incluso un Tesla eléctrico.

El Donosti, una reliquia de 1928 que funciona

Existe una fotografía de las carreras de Lasarte, referida concretamente a la sexta edición, celebrada en julio de 1928, en la que aparece un coche en cuyo radiador se puede leer la palabra Donosti. Aunque resulte difícil de creer, después de casi noventa años, ese coche todavía funciona, tal y como pudimos comprobar en el encuentro de clásicos celebrado el pasado mes de junio en Zumarraga.

Se trata de un vehículo construido íntegramente en Donostia por Agustín Mañero y Gregorio Mendiburu, propietarios del Garaje Internacional de Ategorrieta, quienes lo presentaron en el circuito de Lasarte. La organización les concedió el privilegio de cerrar el circuito y dar la salida al Gran Premio de San Sebastián (lo que hoy día sería el «safety car»), en presencia del rey Alfonso XIII.

La idea de los constructores era fabricar un prototipo para pasar después a producirlo en serie, pero no obtuvieron las ayudas públicas que esperaban, por lo que el proyecto quedó estancado y, con el estallido de la Guerra del 36, totalmente abandonado. Precisamente, para evitar que fuese requisado durante la contienda, fue desmontado y escondido en la bodega del garaje, donde permaneció hasta los años 70, en el que lo adquirió un industrial para participar con él en el Rally Madrid-Benidorm.

Pero fue un episodio fallido que destrozó el motor. Después de no pocas vicisitudes, un coleccionista guipuzcoano logró hacerse con él, restaurarlo y conservarlo tal y como lo podemos ver en la actualidad.

El Donosti destaca por su carrocería de aluminio pulido y por su potente propulsor de 6 cilindros en línea, 3.962 centímetros cúbicos y 100 caballos de potencia, aunque lo que más impresiona es el sonido que produce al encender su motor, muy parecido al de un camión.