XANDRA ROMERO
SALUD

Ser vegana o vegetariana

El vegetarianismo en sus diferentes vertientes es una clara tendencia al alza. Esta es una de las conclusiones del informe “The Green Revolution” que afirma que un 8% de la población del Estado español es vegetariana. Sin embargo, sigue generando cierta desconfianza en la población, sobre todo en cuanto a la salud se refiere.

No obstante, lo que aún genera más controversia es si este tipo de dietas exentas de carne son seguras en etapas concretas de la vida como pueden ser el embarazo, la lactancia o el desarrollo de un niño. Para más inri, en 2016 dos organizaciones profesionales, la Academia de Nutrición y Dietética y la Sociedad Alemana de Nutrición, emitieron cada una de ellas declaraciones contradictorias con respecto a la dieta vegana. Según la primera entidad, «las dietas bien planificadas veganas, lacto-vegetarianas y lacto-ovo-vegetarianas son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluido el embarazo y la lactancia». Sin embargo, pocos meses antes, la segunda asociación había declarado que «con una dieta pura basada en plantas, es difícil o imposible lograr un suministro adecuado de algunos nutrientes».

Vamos, que si en la calle el tema genera diversidad de opiniones las organizaciones de salud y la comunidad científica tampoco se quedan atrás. Por eso vamos a intentar aclararnos al respecto echando mano de lo publicado por los últimos estudios.

En 2003 aparece en la revista “Vegetus” de la Unión Vegetariana (UVE) la conclusión de que las dietas vegetariana y veganas bien planeadas son apropiadas tanto para el embarazo, lactancia, infancia, así como para el rendimiento deportivo.

En 2015 un artículo de revisión sobre si son o no peligrosas estas dietas en el embarazo concluye que ninguno de los nueve estudios seleccionados refería nada acerca de un aumento en los resultados adversos graves o sobre casos de malformaciones. Además, la duración del embarazo se encontró que es similar entre vegetarianos, veganos y omnívoros. Los autores deducen que aunque la evidencia sobre las dietas veganas y vegetarianas en esa fase es heterogénea y escasa, dentro de estos límites estas pueden considerarse seguras durante el periodo de gestación siempre que se preste atención a los requerimientos de vitaminas y minerales.

En el mismo año, la prestigiosa revista “Nutrients” publicó también una revisión acerca del consumo y disponibilidad de zinc en embarazadas vegetarianas y no vegetarianas, pues se sabe que, en general, las embarazadas son vulnerables a un bajo nivel de zinc debido a las demandas de este metal adicional asociadas con el embarazo y el desarrollo fetal. Finalmente los autores no encontraron diferencias entre las gestantes vegetarianas y no vegetarianas aunque sí concluyeron que, en ambos casos, el consumo de este mineral es menor a la cantidad recomendada.

La investigación también muestra que los bebés de madres vegetarianas nacen a término y tienen peso normal tras el parto. En relación a la leche materna, la principal diferencia en su composición en comparación con los no vegetarianos es un menor contenido de algunos ácidos grasos esenciales.

Por esto, aunque estas dietas adecuadamente planificadas puedan asegurar un curso normal de embarazo y lactancia, lo cierto es que en la práctica el equilibrio de una dieta de este tipo puede plantear ciertas dificultades, especialmente para los individuos sin la experiencia necesaria o conocimiento sobre la nutrición.

De modo que tanto en un contexto vegetariano como omnívoro, la recomendación es que hay que prestar atención a ciertos nutrientes durante la gestación y la lactancia. Estos incluyen: proteínas (aminoácidos esenciales), ácidos grasos esenciales Omega-3, hierro y calcio, así como vitaminas D y B (12).