IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Concurso

 

La lógica de la competitividad se establece como una de las columnas vertebrales de nuestro sistema económico y social. La competencia parece ser la clave para proveernos de garantías de calidad por medio de la comparación de fortalezas y debilidades. El arte, en tanto en cuanto ha respondido –y confrontado– con demandas sociales propias de cada contexto, ha sido y será para siempre foco de juicios y valoraciones. El sistema de concurso y el certamen han marcado a generaciones de talentos cuya necesidad de avanzar en el propio proceso de profesionalización les ha empujado a tomar parte de este tipo de cribas y sistemas. Y es que detrás de cada elección se articulan una serie de cuestiones que las vinculan al ejercicio de poder así como la imposición de unos criterios que pasan a convertirse en las líneas marcadas para la garantía del éxito.

La situación precaria del mundo del arte ha conseguido que cada uno de estos eventos se convierta en una oportunidad que, tanto a nivel de prestigio como monetario, se marca en la agenda de muchos de los artistas de nuestro contexto. En la Francia de 1863 el jurado del Salón de París rechazó más de 3.000 obras que se habían presentado a su habitual convocatoria expositiva. La protesta provocó que la propia organización acondicionara lo que se bautizó como el Salón de los Rechazados (Salon des Refusés) en donde aparecieron obras que a la larga han sido imprescindibles en la evolución de la Historia del Arte.

Por tanto, si bien la intención de estas líneas no reside en rechazar de manera sistemática cualquier tipo de selección que conlleve asumir el binomio perder-ganar, si es conveniente hacer un alegato por la necesidad de analizar tanto los discursos verticales que imponen el sistema de valoración como el permanente estado de precarización que parece aceptar la intermitencia salarial como forma de vida. Porque puede que como en el Salón de París, todo lo que queda al margen merezca también de espacios de visibilidad y quizás logremos entender que el arte debe ser una manera de recorrer la vida y no sólo de luchar por ella.

“La muestra itinerante de Artes Visuales Ertibil Bizkaia” surgida en el año 1983, llega a su XXXVI edición manteniendo intactos sus objetivos de apoyar a artistas emergentes del territorio así como a aquellos y aquellas que desempeñen su labor en Bizkaia y que pudieran ser procedentes de otras comunidades autonómicas o países. En esta ocasión, la exposición compuesta por dieciocho nombres inicia su itinerancia en la Sala Rekalde de Bilbo hasta el 1 de julio, para después continuar por Gasteiz, Durango, Galdakao y Sestao en un periplo que acabará al final del presente año 2018. De entre más de 120 obras pertenecientes a noventa artistas, cabe destacar a las galardonadas Maria Muriedas Diez, Izaro Ieregi y Maider Gonzalo Salceda. En calidad de seleccionados, encontramos también interesantes nombres en la que, sin duda, es una de las citas más acertadas para medir el estado de salud de la creación en Bizkaia.

El pasado 4 de junio, se entregaron en Gasteiz los premios del Certamen Arte Vital que pretende poner en valor la creación de agentes nacidos o residentes en el territorio alavés. Hasta el 30 de este mes los tres ganadores: Paz Larrumbide, Miguel Ángel Salgado e Ibon Sáenz de Olazagoitia comparten espacio expositivo junto a una selección de los 130 trabajos presentados, cifra que dobla los números de la edición del año anterior. Por su parte, el año 2019 será el momento en el que estos tres nombres compartan la opción de realizar una muestra conjunta organizada por la propia Fundación Vital y que sirve como complemento al premio en metálico conseguido por cada uno de los galardonados.