MIKEL INSAUSTI
CINE

«Boy Erased»

El australiano Joel Edgerton se está posicionando muy bien en Hollywood y, aunque el trabajo como actor no le va a faltar, empieza a consolidar su carrera como director, sin dejar de lado la interpretación. Llamó la atención con su ópera prima, el muy original thriller de suspense “El regalo” (2015), que le valió en el Festival de Sitges el premio al Mejor Actor, con lo que dejó bien sentada su capacidad para desdoblarse a uno y otro lado de la cámara.

En su segundo largometraje, “Boy Erased”, se reserva un importante papel secundario, confiando el protagonismo de los personajes adultos a compatriotas suyos ya consagrados, ya que la pareja de padres está compuesta por Nicole Kidman y Russel Crowe. En la parte juvenil del reparto hay otro australiano destacado, que es el modelo, youtuber y cantante Troye Sivan, quien canta el tema principal de la película.

Pero si alguien ejerce de embajadora de la colonia de las Antípodas en Hollywood ésa es Nicole Kidman, quien parece recuperada del bache profesional que sufrió una década atrás y vuelve a acertar con papeles importantes. A su exitosa participación en la taquillera “Aquaman”, hay que añadir este año su doble candidatura a las nominaciones a los Oscar con la película de Karyn Kusama “Destroyer” y esta otra de Joel Edgerton.

“Boy Erased” ha dado los pasos obligados para competir en la carrera por los premios anuales, con su presentación en los festivales de Telluride y de Toronto, cada vez más decisivos e influyentes de cara a optar a las estatuillas doradas de la Academia. Y las críticas le han sido favorables y algo habrán tenido que ver en el hecho de que la película cuente ya con sendas nominaciones a los Globos de Oro en las categorías de Mejor Actor, para el estelar Lucas Hedges, y de Mejor Canción, para el mencionado Troye Sivan y su cadencioso tema “Revelation”.

La nueva realización de Edgerton encaja dentro del perfil de películas premiables por estar basada en hechos reales, algo que siempre tienen en cuenta los académicos y académicas. El guion del propio Edgerton adapta un libro autobiográfico de Garrad Conley, en el que relata las presiones familiares que sufrió durante la adolescencia a causa de su homosexualidad. La dramatización de un problema latente en nuestra sociedad potencia el interés por una ficción que va directa a la raíz de las carencias y fallas educacionales. Y con el verismo intrínseco a una producción independiente que Edgerton ha sacado adelante por siete millones de dólares, cantidad modesta considerando la fama de su reparto. Distribuida internacionalmente por Focus Features, en nuestro mercado será estrenada el próximo 5 de abril con el título en la versión doblada de “Identidad borrada”.

Y sí, de eso trata un argumento que habla de la persistencia de prácticas homófobas que implican un lavado de cerebro, presentado por lobbys cristianos como una cura para lo que catalogan de enfermedad. El chico protagonista asume su tendencia homosexual en la universidad, pero sus padres no la admiten bajo ningún concepto, por lo que le obligan a someterse a una terapia de choque en un centro del movimiento eclesiástico Love in Action. La experiencia resultará especialmente dura, pues no todos los jóvenes pacientes soportarán los métodos agresivos del terapeuta fanático encarnado por Joel Edgerton, con casos de suicidio incluidos.

Lucas Hedges se está especializando en relaciones maternofiliales y, si en “Tres anuncios en las afueras” (2017) tuvo como madre a Frances McDormand o en la reciente “El regreso de Ben” (2018) a Julia Roberts, aquí conecta mejor con el personaje de Nicole Kidman que con el de Russell Crowe, un padre cegado por su condición de predicador baptista.