IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Lecturas

El arte pertenece a su tiempo. Esta afirmación tan rotunda, que en numerosas ocasiones ha atravesado varias de las reseñas de esta página, se debe a un alegato por el que la cultura asume una responsabilidad crucial con la era de la que forma parte. Desde este punto de partida volcamos un gran interés en las maneras de lectura que se ofrecen a las múltiples variantes de público.

Si el concepto de espectador pasivo se ha visto superado por la era de la información y la explosión de las maneras de producción y difusión, el arte contemporáneo no puede ser leído de la misma manera cuando nos referimos a propuestas actuales o a una colección retrospectiva. En cada opción debemos ser capaces de considerar los espacios en los que encontrarnos con los estímulos de las piezas y para ello adoptar una óptica con la temporalidad de la que surgen. Pero no nos equivoquemos, una visita a una exposición no consiste (o no solo) en un proceso analítico exhaustivo que se rija bajo unas normas concretas. Precisamente la grandeza de esto es la interacción de cualquier análisis consciente (formal, conceptual...) con una esencia de lo sensitivo. La capacidad de activar emociones bien a través de lo estético o del relato, pero consiguiendo un lugar compartido en el que la creación desde lo simbólico y lo poético conecta con nuestra experiencia de vida.

El Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera de Donostia inauguró el pasado 26 de octubre “L’Intrus”, comisariada por Natasha Marie Llorens (Marsella, 1983) como resultado final de la residencia de comisariado realizada el pasado 2017. El título de la muestra se extrae del libro publicado por el filósofo Jean Luc Nancy y aterriza directamente sobre las maneras de representar al desconocido, sobre cómo cualquier intención de mostrar la otredad nos sitúa en un espacio delimitado en el que todo lo ajeno se intuye como extraño e incluso como amenaza. El proyecto incide entonces en las formas de nombrar, representar, estereotipar y señalar. Cuestiones que, paralelamente a las crisis migratorias actuales, construyen un imaginario colectivo y una manera de afrontar como sociedad todo aquello que altera nuestra situación.

La sala está dominada por una pieza-estructura realizada por Elizabeth Tubergen construida en hierro y tela. Un pasadizo frágil que alberga en su interior otras dos obras y que actúa como organizador espacial y elemento central. Los flujos del público se desarrollan entonces alrededor y a través de ella, permitiendo una visita que fluye entre los diferentes elementos que constituyen la exposición. El elenco se completa con Ayman Alazraq y Emanuel Svedin, Nadia Barkate, Dages Juvelier Keates y Alexis Steeves, Anna Lopez Luna, Jumana Manna, Omar Mismar, Jon Otamendi, Shane Aslan Selzer y Chelsea Knight y Lara Tabet. Escultura, dibujo, vídeo o performance constituyen la variedad disciplinar de esta propuesta que se extiende hasta el 3 de febrero.

El Museo Guggenheim de Bilbo presenta hasta el 24 de febrero la retrospectiva dedicada al escultor Alberto Giacometti (Suiza, 1901-1966). Cuatro décadas de producción de uno de los artistas más influyentes del siglo pasado nos ayudan a desgranar los procesos creativos y la evolución de su legado. La escultura y la representación humana se sitúan como epicentro de su trabajo, hasta convertirse en piezas reconocibles aún desde nuestro tiempo actual.

Las salas del museo bilbaíno nos acompañan en un recorrido que alberga desde su relación con el cubismo o el surrealismo, hasta sus aportaciones desde la pintura o el dibujo.