XANDRA ROMERO
SALUD

Estrategias contra la obesidad

La epidemia de sobrepeso y obesidad lleva años aumentando sin descanso. De hecho, esta suele ser la frase con la que intento hacer entender a quién aún cree que las “dietas” de adelgazamiento, tal y como son entendidas por la mayoría (todavía), no funcionan; si no, no estaríamos ante un futuro tan triste porque el futuro no pinta mejor en el Estado es&bs;pañol. Y es que, recientemente, una investigación llevada a cabo por el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona ha concluido que en 2030 ocho de cada diez hombres y el 55% de las mujeres tendrán sobrepeso u obesidad.

La estimación de esta prevalencia, dicen los autores, se ha realizado suponiendo que la tendencia de aumento se estabilizará. Pero la realidad es que tras su revisión de toda la bibliografía científica relacionada con el tema y publicada hasta la fecha, advierten que las mesetas no son fáciles de alcanzar: en el Estado español, entre 1987 y 2014 el aumento anual de la obesidad osciló entre el 0,50% en ellos y el 0,25% en ellas.

Hay dos datos más que me gustan de esta investigación: los autores advierten que dada la multifactorialidad de una enfermedad como el sobrepeso y la obesidad, cualquier pequeña intervención ayudará a reducir el riesgo de contraer cualquier enfermedad asociada.

En segundo lugar, indica que no podemos esperar a solucionar una obesidad con 50 años sino que sería necesario aplicar medidas preventivas desde la cuna. Por ejemplo, plantean la posibilidad de implantar en los servicios sanitarios el consejo dietético preconcepcional para las parejas que quieran ser padres.

Por todas estas razones, y esperando que aun siendo enero, estos datos estén cerca de influir en alguien que entienda que quizá debe replantearse su propósito de “cuidarse”, “hacer dieta” o similar, facilito un resumen de herramientas para bajar de peso que no funcionan y jamás funcionaron y otras que sí.

No funciona esa manía tan extendida de comer en plato pequeño. Esto puede ser una estrategia para un tiempo corto pues puede hacer que si debemos reducir nuestra porción de alimentos, esto no nos acarree angustia “visual”. Gente que se somete a una cirugía bariátrica siente angustia durante las primeras semanas al ver la poca cantidad que se le recomienda comer. Pasado un tiempo, esto no será útil en restaurantes u otras situaciones. De mantenerlo, no sabremos cuál es una porción normal o suficiente para nosotros ya que nuestro único dato “objetivo” es meramente visual.

Del mismo modo, tampoco sirve pesar las raciones de por vida: si algún día no podemos pesar los alimentos puede que nos angustiemos, nos quedemos con hambre o nos excedamos. No funciona la prohibición de ciertos alimentos socialmente estigmatizados: una prohibición siempre genera deseo de saltársela. Y es conocido el fenómeno de la restricción seguido de sobreingestas de carbohidratos, principalmente. En relación a esto último, tampoco es buena idea restringir alimentos que, a pesar de que puedan ser más calóricos, son de calidad y sustituirlos por productos, que no alimentos light o desnatados.

En cambio, lo que si sirve es usar nuestra vajilla habitual y consultar con un nutricionista para que nos ayude a reconocer las señales de hambre y saciedad (perdidas en la mayoría de las personas habituadas a hacer dietas). Esto será clave tanto en casa como en un restaurante o en cualquier situación. También a distinguir el hambre y saciedad fisiológica de la emocional. Después, será importante atender dichas señales de forma adecuada. Si el hambre es fisiológica, entonces comamos, pero que sea comida de calidad.

Abrir la mente y pensar que existen múltiples opciones de “picoteos” saludables lejos del embutido o la bollería (galletas incluidas). Algunas opciones son combinación de frutas, frutos secos, lácteos no desnatados y de calidad (quesos, yogures etc), cereales integrales o bocadillos sin embutido: atún y tomate, sardinas y tomate, tostada con plátano maduro y canela o con aguacate y queso fresco, etc.

Difícilmente podrás comer bien si no compras comida de calidad: Para la nevera, lácteos, frutas, verduras y hortalizas, carnes y pescados de calidad; y para la despensa, frutos secos crudos, legumbres, cereales integrales, aceite de oliva virgen extra, cacao puro o chocolate con alto porcentaje de cacao, encurtidos, conservas de verduras...