MIKEL INSAUSTI
CINE

«The Happy Prince»

Aunque la carrera de Rupert Everett haya tenido altibajos de cara a la industria de Hollywood, dentro del cine británico ha conservado su impronta, y en plena madurez artística, cuando está a punto de cumplir los 60 años, se ha permitido realizar su mayor sueño. Por fin ha podido encarnar a su admirado Oscar Wilde, y lo ha hecho en su primera película como director, desdoblándose delante y detrás de la cámara. Gran conocedor de su repertorio, tanto en los escenarios como en la pantalla, se puede decir que la identificación con el autor irlandés es plena, también debido a lo que tuvo que sufrir en vida por su declarada condición homosexual.

Everett se une así a la larga lista de actores británicos e irlandeses que han encarnado a Wilde, siendo especialmente recordados Robert Morley en “Oscar Wilde” (1960) de Gregory Ratoff, Peter Finch en “Los juicios de Oscar Wilde” (1960) de Ken Hughes, Michael Gambon en la serie televisiva en tres episodios “Oscar” (1985) de Henry Herbert, y más recientemente Stephen Fry en “Wilde” (1997) de Brian Gilbert. Por lo general casi todas las producciones partieron de un cierto parecido físico para buscar a su protagonista, pero en cambio Rupert Everett se ha tenido que someter a un drástico cambio de imagen, engordando y llevando una prótesis facial.

“The Happy Prince” (2018) fue presentada en el festival de Sundance, así como en el festival LGBT de Londres. Es una producción de la BBC y Lionsgate UK que ha obtenido el premio de Mejor Ópera Prima en los reputados premios Satellite Awards del cine independiente. En nuestro mercado se estrenará en su versión doblada con el título de “La importancia de llamarse Oscar Wilde”, en alusión a una de sus obras más importantes, si no la que más, y de la que se han hecho dos adaptaciones cinematográficas, ambas con el mismo título: “La importancia de llamarse Ernesto”, firmadas por Anthony Asquith la realizada en 1952 y por Oliver Parker la de 2005.

En la corriente actual de biopics que se centran en una etapa concreta de la vida del personaje histórico retratado, en lugar de intentar resumir toda su existencia de principio a fin, “The Happy Prince” (2018) abarca los últimos tres años de la biografía de Oscar Wilde, entre 1897 y 1900. Y de paso se da un reflejo de lo que fue el final del siglo XIX, desde la perspectiva del autor victoriano.

Es el periodo que se corresponde con su exilio continental, tras dejar las islas para siempre a su salida de la cárcel de Reading en mayo de 1897. Fue condenado a dos años de trabajos forzados por sodomía, a resultas de la denuncia del Marqués de Queensberry, padre de su amante Lord Alfred Douglas, al que llamaban Bosie. La sentencia promovió un endurecimiento de las leyes contra la homosexualidad, en un retroceso social a las puertas del siglo XX y de sus futuras reivindicaciones.

Lo primero que hizo Oscar Wilde fue citarse con Bosie en Beneval, para establecerse a continuación en Nápoles durante una temporada. No podía acercarse a su mujer Constance, porque le había prohibido ver a sus hijos, pese a que no hubo divorcio por la muerte de ella. El tour europeo acabó a causa de las presiones familiares, y el irlándes se refugió en París hasta fallecer todavía joven de un ataque de meningitis y ser enterrado en el cementerio de Père-Lachaise.

La caracterización más discutida de la película, que ha recibido críticas positivas, ha sido la de Bosie, a cargo de Colin Morgan. El resto del reparto de secundarios brilla a un gran nivel, con Emily Watson en el papel de Constance, y Colin Firth y Edwin Thomas como sus amigos Reginald Turner y Robbie Ross.

Dicho lujoso elenco lo completan Tom Wilkinson, Béatrice Dalle, Ronald Pickup, Anna Chancelor, Alister Cameron, Joshua McGuire, Julian Wadham, Tom Colley, John Standing y Daniel Weyman. La banda sonora es obra de Gabriel Yared y la fotografía del televisivo John Conroy.