IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Discurso

Del encuentro de los elementos surge la narración. El espacio en el que se relacionan permite el diálogo y la creación de un significado que propone una nueva lectura. El objeto artístico funciona entonces como una pieza autónoma, pero también como parte de un posible conjunto. Esta dualidad supone una de las principales potencias del dispositivo expositivo: la capacidad de conjugarse con salas, condicionantes externos y propuestas diferentes. La obra de arte no es solo objeto, igual que no es solo poesía. La experiencia no se basa únicamente en la contemplación de la resolución técnica o en el ensimismamiento del poder conceptual. Este engarce va más allá y las capas que conforman cualquier disposición espacial actúan en distintos términos y llegarán a diversos lugares. Puede entonces que el comisariado encuentre en esta oportunidad un espacio de acción. Cuando hablamos de la creación de discurso de una muestra, nos referimos a una red que funcione amalgamando y activando la potencia de cada uno de los trabajos que componen una exposición. La búsqueda de un equilibrio que evite caer en una excesiva dirección de la mirada, constriñendo la fortaleza de la sensación sin mediación, pero lo suficientemente firme como para proponer un marco coherente.

La galería bilbaína Carreras Múgica inauguró el pasado 24 de mayo la exposición “El Nudo”, comisariada por la ecuatoriana Manuela Moscoso. El elenco formado por Lorena Ancona, Mariana Castillo Deball, Rodrigo Hernández, Ana Navas, Fernando Palma Jorge Satorre y Erick Beltrán conforma hasta el próximo 30 de julio un lugar de encuentros que atraviesa las circunstancias personales de cada uno de los componentes. El papel de la Ciudad de México en sus vidas, así como la relación con la propia Moscoso, sirven de confluencia para entender la figura del nudo como un punto de encuentro que es, a la vez, unión y referencia. Ya sobre el espacio, cada una de las piezas encuentra un parapeto desde donde reivindicar su propia identidad. La geometría de la sala sirve como referencia visual en la que se apoya gran parte de la puesta en escena. Mientras las serpientes de Ancona cuelgan con formas orgánicas desde las vigas de la nave, las varillas de Satorre o las líneas de Rodrigo Hernández juegan a integrarse. Sin embargo, ambos artistas recurrirán a la creación de unos relieves –el primero en madera y el segundo en latón– que aportarán un componente plástico y matérico a la propuesta.

En definitiva, “El Nudo” respira equilibrio, una composición de una muy acertada factura que, sin lugar a dudas, nos permite dar buena cuenta de los nombres que nos presenta.

El 13 de junio abrió sus puertas en la sala Amárica de Gasteiz, “Durante, Después”, un proyecto comisariado por Sema D’acosta y que cuenta con la participación de Ixone Sadaba, Naia del Castillo y Miren Doiz. La fotografía, siempre protagonista en esta galería, una de las más relevantes del panorama alavés, vuelve a reivindicarse en esta muestra colectiva. Si bien esta disciplina asume diferentes vertientes, estamos ante una utilización de la misma como un medio de creación artística. La captura fotográfica no actuará ahora con una vocación documental, ni siquiera con la necesidad de creación de reportaje o narración.

Quizás podamos estar ante una lectura mucho más de objeto y con una búsqueda menos narrativa. Lo que sí está claro es que la posibilidad de hacer coincidir a estos tres nombres dentro del mismo espacio expositivo hasta el 25 de agosto nos proporcionará una visión más amplia de la propia técnica, pudiendo ahondar en tres artistas de gran relevancia en nuestro territorio.