IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Poder

La cultura representa la manera de entender y habitar el mundo desde nociones tan abstractas como las creencias o las costumbres. Es un espacio de relación en donde se ponen en común no solo aquellos acuerdos sociales sino los conflictos que conforman el devenir de una sociedad. De hecho, puede que una de las facultades más reseñables sea su capacidad para desafiar lo establecido como un mecanismo para progresar y avanzar. Sin imaginación no hay futuro y el arte contemporáneo ha sabido, desde lugares como la transdisciplinariedad o su constante evolución en cuanto a modos y formatos, plantear cuestiones para interpelar el pensamiento estancado. Pero no nos confiemos, el sistema está inserto en múltiples dinámicas de la estructura del sistema económico imperante, siendo parte de posiciones jerarquizadas y, en ocasiones, reflejo y salvaguarda de todos y cada uno de los eslabones de la cadena hegemónica. Muchos de los retos que la creación contemporánea propone acaban siendo parte de los lugares de legitimación y exhibición contra los que en teoría se alza. Esta es una de las contradicciones habituales del arte, y elemento central de múltiples debates. Sin embargo, puede que en el fondo esta bipolaridad pueda suponer una riqueza. La capacidad de habitar ambos mundos lo dota precisamente de una fortaleza no exenta de riesgo a la esterilización de los contenidos, pero una oportunidad para desenvolverse bajo unos códigos concretos. La verdadera pugna quizás esté en las maneras en las que un trabajo concreto es capaz de vivir en equilibrio entre ambos frentes y saber integrarse en determinadas lógicas sin perder un ápice de su capacidad de transformación.

“Lo indescriptible” es el título de una de las muestras que el Museo Guggenheim de Bilbo ha programado para la temporada estival. Abierta hasta el 9 de setiembre, podremos visitar una de las exposiciones más completas de la artista estadounidense Jenny Holzer (EE.UU, 1950). Sin duda alguna es una de las figuras más destacables del arte conceptual, que despliega en la capital bilbaína gran parte de sus líneas de trabajo. Desde aquellas icónicas piezas basadas en texto que era impreso en camisetas y carteles, hasta las proyecciones o las bandas de leds, cada propuesta demuestra un compromiso político y militante que explotó con el auge del llamado Arte Público. A partir de que su recorrido profesional se iniciara a finales de los años 70, su producción no ha cesado y muestra de ello son varios de los trabajos que podemos encontrar en “Lo indescriptible” comprometidos con la contemporaneidad y el contexto al que nos enfrentamos como sociedad. Las influencias de Holzer aparecen también aludidas en la exposición con trabajos de Paul Klee, Louise Bourgeois o Kiki Smith, entre otros.

El Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera de Donostia inauguró el pasado junio la primera exposición individual en el Estado español de la artista Jumana Manna (EE.UU, 1987). La disposición de la sala propicia un recorrido marcado, a su vez, por un montaje limpio y equilibrado. Las piezas escultóricas representan partes de un cuerpo a gran escala y conforman una narrativa de lo físico que contrasta con algunas de las estructuras precarias utilizadas como peanas. A mitad de la sala, encontramos una estructura que nos invita habitarla para poder disfrutar de una de las proyecciones que compone la colección de piezas. Precisamente, su faceta fílmica adquiere gran relevancia con las dos películas que se proyectan en el espacio expositivo. Cuestiones como la memoria, el territorio o la cultura atraviesan la creación de Manna, que podrá visitarse hasta el próximo 6 de octubre.