XANDRA ROMERO
SALUD

Ayuno intermitente (segunda parte)

El ayuno intermitente es un nuevo método dietético que está pegando fuerte como herramienta para adelgazar y lograr ciertos efectos beneficiosos sobre la salud. No obstante, para conocer sus efectos positivos y negativos es preciso pararse a leer lo que la ciencia (bien hecha) dice al respecto.

Muchos de los beneficios que se le atribuyen a esta técnica están basados en estudios con animales pero, como no somos ratas ni gusanos, no se puede inferir los resultados de dichos ensayos en humanos. Lo mismo ocurre con estudios realizados a una muestra de solo diez personas, cuyas conclusiones no se pueden extrapolar a la población en general puesto que pueden estar sesgados por las individualidades de esas diez personas y no del ayuno en sí.

Por eso vamos a fijarnos en uno de los últimos metaanálisis sobre ayuno intermitente que se publicó el año pasado bajo el nombre “Intermittent fasting interventions for treatment of overweight and obesity in adults: a systematic review and meta-analysis”. En este caso se seleccionaron y analizaron solo seis trabajos que cumplían con una metodología científica exhaustiva y exigente, por ejemplo, que dichos estudios se hubiesen llevado a cabo durante al menos varios meses de duración –hubo dos ensayos con tres meses de duración, con cuatro meses solo uno, con seis otros dos ensayos y con doce solo uno–, con grupo de control y un mínimo de aleatorización entre los sujetos.

De estos seis estudios, cuatro compararon la eficacia del ayuno intermitente frente a la restricción calórica constante (dieta hipocalórica normal) y dos de ellos frente a ningún tipo de intervención. Y las conclusiones de los autores fueron que tanto la restricción energética intermitente como la restricción energética continua dieron como resultado una pérdida de peso similar; por lo tanto, el ayuno intermitente es tan efectivo como la restricción calórica continua para la pérdida de peso a corto plazo en adultos con sobrepeso. A finales de 2018 se publicó otro metaanálisis: “Intermittent versus continuous energy restriction on weight loss and cardiometabolic outcomes: a systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials”, con conclusiones casi idénticas al anterior.

Respecto a los estudios en humanos que han valorado este asunto en relación a otros parámetros de salud distintos del peso corporal, advierten que el ayuno intermitente también tiene sus inconvenientes, como que en los ancianos se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, arritmia y accidente cerebrovascular. Además, las fluctuaciones en la concentración de azúcar en sangre causan inestabilidad en el cuerpo, lo que deriva en un mayor número de caídas y fracturas frecuentes debido a la osteoporosis. Asimismo, se ha confirmado un mayor riesgo de eventos cardiovasculares durante la presencia de hipoglucemia en individuos mayores y más jóvenes.

Por otro lado, la restricción excesiva de calorías causa una desregulación del manejo hormonal lo que puede provocar trastornos del ciclo menstrual en las mujeres y disminución de la testosterona en los hombres. Así, varios autores alertan de que el ayuno intermitente no debe ser utilizado por niños, mujeres embarazadas, personas que realizan trabajos físicos pesados, y aquellas que no tengan una buena relación con la comida o que hayan sufrido algún trastorno de la conducta alimentaria.

Para valorar si es recomendable o no, debemos esperar a que se realicen estudios con una metodología adecuada y que analicen sus efectos a largo plazo, así como que tengan en cuenta, por ejemplo, parámetros psicológicos.

Y es que la ingesta de alimentos no es solo una cuestión metabólica y endocrina, ya que que existe una perspectiva psicológica sobre por qué, cómo y qué comemos.

Para quien ya esté poniéndolo en práctica, solo recordarle que hacer dieta para luego atiborrarse de, pongamos, ultraprocesados o comida de escaso valor nutritivo es hacerlo dos veces mal.