TERESA MOLERES
SORBURUA

Virtudes del hipérico

El hipérico, Hypericum, tiene virtudes destacables en jardinería y fue muy popular en la medicina antigua. Tanto las variedades enanas como las arbustivas son resistentes y de fácil cultivo. Les gusta el suelo permeable, bien drenado y que no se encharque en invierno; mejor a pleno sol, sobre todo las apropiadas para el jardín de rocalla.

El hipérico, Hibiscus syriacus o Rosa de Siria, de 40 cms de altura y gran extensión, es el más utilizado en jardinería. Sus hojas son de color verde claro en primavera y cobrizo en otoño y, aunque las heladas pueden destruirlas, aparecerán nuevos brotes en primavera. En verano luce bellas flores grandes en tonos amarillos o dorados con numerosos y largos estambres, típicos de los hipéricos. Pese a preferir sitios soleados, se aclimata bien a la sombra y puede podarse a 5 cms del suelo para formar matas compactas.

Otros hipéricos como el H. polyphyllum, de 15 cms de altura y el doble de extensión, es inmejorable como arbusto de rocalla; posee hojas verde azuladas sobre las que sobresalen sus abundantes flores amarillas. El H. reptans, de hojas perennes y 8 cms, sirve de cobertora o tapizante. Además de por su rusticidad, los hipéricos se utilizan por sus raíces estabilizadoras para fijar zonas de difícil acceso como taludes y terrenos baldíos.

El H. perforatum es un arbusto discreto que ahora pasa desapercibido pero en la antigüedad casi fue objeto de culto por sus virtudes medicinales. Se creía que provocaba la huida de malos espíritus y apariciones. Incluso en la Edad Media se colocaban ramas de esta planta en el tejado para prevenir rayos e incendios. En tiempos de las cruzadas y en comunidades religiosas curaban las heridas de guerra y las quemaduras con el aceite que contienen sus hojas. Posteriormente, se hizo muy popular como tratamiento de los problemas psíquicos, depresión y alteraciones del sueño. Todavía no se conoce cómo actúa, aunque se sigue investigando. Sin embargo, lo que sí está comprobado es que puede producir efectos adversos por sus interacciones con otros fármacos, por lo que se aconseja no tomarlo.

Otra curiosidad, para que sus propiedades mágicas se mantengan hay que recolectar el hypericum la madrugada de San Juan –solsticio de verano–; de ahí proviene su nombre más conocido entre nosotros: Santio belarra.