Irati Jimenez
En la antesala de los óscar

Hermanas y hermanos de cine

Desde que los cineastas y críticos de la nouvelle vague desarrollaron su nueva visión del cine como vehículo artístico y del director como autor, la crítica cinematográfica ha pivotado en torno a esa idea, a pesar de que el trabajo del director se parece más a un jefe de equipo que al de un pintor o a un escritor. Por eso, existen muchas películas realizadas, escritas o producidas por varias personas y, curiosamente, por una cantidad inusual de hermanos y hermanas cuyas historias recopilamos de la A a la Z en la antesala de los Óscar.

Almodóvar, Agustín y Pedro. En la historia del cine español, solo Luis Buñuel podría compararse en proyección internacional a Pedro Almodóvar, uno de esos genios que, de manera intermitente, han iluminado la cultura española entre períodos de oscurantismo con aportaciones colosales que, a menudo, les han conducido al exilio, la cárcel o la muerte. Pedro Almodóvar ha tenido más suerte que Cernuda, Quevedo o Lorca, pero en los veinte años en los que hizo banquillo hasta su primer Goya como realizador (“Todo sobre mi madre”, 1999) ya había recogido una apabullante cantidad de premios internacionales. Nunca ha dejado de recordar que se los debe, en gran medida, a su hermano Agustín, que desde 1986 trabaja al frente de El Deseo, la estructura económica y de producción que ha hecho posible una carrera tan libre y apasionante como la de su hermano Pedro.

Bardem. Generación tras generación, esta familia de artistas ha brillado en la interpretación, la producción, el guion y la dirección de cine. El talento electrizante y el éxito internacional de Javier Bardem (Óscar al Mejor Actor por “No es país para viejos”, 2008) no ha llegado a eclipsar la carrera de su madre Pilar ni de su hermana Mónica o su hermano Carlos. Sus abuelos, Rafael Bardem y Matilde Muñoz Sampedro, fueron actores de teatro y su tío, el militante comunista y director de cine Juan Manuel Bardem, consiguió en pleno franquismo los premios de la crítica en Cannes y Venecia por “Muerte de un ciclista” y “Calle Mayor”. Unos años antes Venecia había premiado su trabajo con Berlanga en “Bienvenido Mr. Marshall” (1953), un milagro de luz en tiempos de oscuridad que se alzó con los premios de Mejor Guion y Mejor Comedia. Además, Bardem fue clave para que Luis Buñuel realizara en el Estado español “Tristana y Viridiana”, una joya libertaria y anticlerical que se saltó la censura por elevación, se llevó la Palma de Oro en Cannes, indignó al Vaticano, provocó la dimisión de un ministro y se estrenó en el Estado tras la muerte de Franco, que ordenó destruir todas las copias pero no pudo evitar que la última llegara a México escondida en el equipaje de la actriz Silvia Pinal, la Viridiana que salvó Viridiana.

Cohen, Ethan y Joel. Vistosamente personal, interesantísima, entretenidísima y bizarrísima. Así ha sido la carrera de los Cohen, dos hermanos de Mineápolis que, desde 1984, han dirigido, producido, escrito y montado una cantidad inusual de buenas películas. La aparente falta de vanidad con la que han seguido viviendo a pesar de tener un Globo de Oro y cuatro Óscars y la normalidad con la que se comportan en un entorno en el que los famosos obtienen rango de semidioses, les convierte en la paradoja definitiva, algo tan normal que parece extravagante. Demostrando que nada es tan personal como ser auténtico, los Cohen han pasado por encima y por debajo de cualquier clasificación: son raros como autores comerciales, pero su apuesta por hacer películas de mafiosos, westerns, comedias o musicales les diferencia de muchos autores independientes. Sus películas tienen personalidad y comparten un punto de vista moral, pero no hay vicios de autor ni obsesiones temáticas. Han conseguido tener impacto en la cultura popular sin perder interés artístico, obtener prestigio crítico con éxitos de taquilla y hacerse con un seguimiento de culto que se ahorra el listillismo y el dramatismo que suelen acompañar a ese tipo de fenómenos. Irrepetibles.

Duffer, Matt y Ross. Hay directores de cine que hablan con tanta desafección de lo que hacen que cuesta imaginarlos disfrutando con una película y otros que se entusiasman siempre que hablan de cine, como Matt y Ross Duffer, que idearon y dirigen “Stranger Things”, uno de los mayores éxitos de la la plataforma Netflix. Estos mellizos de 35 años han conseguido una serie que no solo triunfa, sino que conquista. Un homenaje a los 80 con más corazón que nostalgia, personajes que importan, una historia que no resta valor a cosas tan valiosas como la amistad y que tiene ese toque de infancia recuperada que tanto recuerda a ese inmenso director de cine que es Steven Spielberg.

Estevez, Emilio y Sheen, Charlie. Cuando eran pequeños rodaban películas caseras y, de mayores, les hemos visto juntos en trabajos como “Arma joven” (1988) y “Dos chalados y un fiambre” (1990). Para quienes no lo sepan, Charlie Sheen –que pasó de ser el actor mejor pagado de la televisión americana a perder el trabajo y la sesera delante de internet y de todo el mundo– y su hermano Emilio Estevez –exestrella fugaz de los 80– son hijos de Martin Sheen (“El Ala Oeste de la Casa Blanca”, “Apocalipsis Now”), un actor que comparte apellido con su hijo Charlie, al que no se parece mucho, y que se parece muchísimo a su hijo Emilio, que adoptó el gallego Estevez como nombre artístico por el verdadero apellido de su padre. Más que una familia, un cubo de Rubik.

Farrelly, Bobby y Peter. Peter y Bobby Farrelly habían hecho diez comedias juntos antes de que “Green Book” ganara el Óscar en la categoría principal en 2019 y Hollywood les otorgara de la noche a la mañana todo el prestigio que suele racanearle a la comedia, particularmente si combina dos subgéneros tan distantes como la comedia romántica y la escatológica, una fusión muy extraña en el cine comercial, pero quizá no tan rara entre hermanos de ascendencia irlandesa. Entre sus éxitos destacan “Dos tontos muy tontos” (1994) o “Yo, yo mismo e Irene” (2000) pero, para mucha gente, siempre serán los tíos que idearon la trama de la cremallera en “Algo pasa con Mary” (1998), una escena que ha pasado a la historia de la comedia porque, una vez vista, es imposible olvidarla.

Gyllenhaal, Jake y Maggie. Stephen Gyllenhaal y Naomi Foner, ganadora de varios Globos de Oro y nominada a los Óscar en más de una ocasión, llevan desde los años 70 trabajando en el cine. Sus hijos, Maggie y Jake, han conseguido carreras interesantes en la interpretación combinando películas de gran presupuesto (“Batman: El Caballero Oscuro” en el caso de ella y la última de “Spiderman” en el caso de él) y proyectos independientes en los que han encontrado papeles diversos, interesantes y desafiantes. Maggie Gyllenhaal, que ahora protagoniza la serie “The Deuce”, tiene la capacidad camaleónica de esos actores a los que cuesta reconocer de una película a otra porque no parecen la misma persona, y su hermano estaba espléndido en la memorable “Brokeback Mountain” (2006), acompañando el desgarro y la rigidez emocional de Heath Ledger con gravedad, humor, elegancia y esa clase de carisma que parece haber bendecido a su familia. Quizá no sea tan extraño si tenemos en cuenta que Jake y Maggie son ahijados, nada menos que de Jamie Lee Curtis y del legendario Paul Newman.

Hemsworth, Chris y Liam. Ambos hicieron pruebas para convertirse en Thor, el superhéroe de la saga “Los Vengadores” para el que eligieron a Chris, a pesar de que habían preseleccionado a Liam, que acabó triunfando en la trilogía “Los juegos del hambre”. Tienen un tercer hermano, Luke, que, de momento, se mantiene alejado de las sagas multimillonarias de los Hemsworth.

Ibarretxe & Co. A finales de los 80, Javier Ibarretxe fundó, junto a varios de sus diez hermanos, Ibarretxe & Co, una productora que trató de afianzar el joven cine vasco y realizó varios cortometrajes. En los 90, Javier dirigió la serie de televisión “Las memorias de Karbo Vantas” y en 1997 consiguió rodar su primer largometraje, “Solo se vive dos veces”, con la ayuda de tres hermanos, Esteban (codirector), José Miguel (guionista) y Santiago (músico), con los que colaboró en varios proyectos más. Antes de su temprana muerte con tan solo 52 años, Javier Ibarretxe produjo el cortometraje nominado al Óscar de Nacho Vigalondo “7:35 de la mañana” y su primera película, “Los cronocrímenes” (2007) y dirigió a Stephen Fry como Napoleón en “Sabotage!” (1999), uno de los largometrajes más peculiares que ha dado nunca el cine vasco.

Jack Lemmon y Walter Matthau. Trabajaron juntos en joyas como “Primera plana” (1974), “En bandeja de plata” (1966) y “La extraña pareja” (1968). Tenían todo lo que necesita la comedia, verdad, humanidad, luz. Podían trabajar sin ensayar, decían, porque tenían la misma conexión mental. Jack Lemmon hacía chistes diciendo que Billy Wilder había sido como su padre y Tony Curtis como su mejor ligue, pero no bromeaba cuando aseguraba que en Walter Matthau había encontrado a un hermano.

Kaurismäki, Aki y Mika. Desde 1980, una de cada cinco películas finlandesas está firmada por Aki o Mika Kaurismäki, que empezaron trabajando juntos en la película que realizó Mika como proyecto fin de carrera y luego han seguido carreras por separado. Aki ganó un Grand Prix de Cannes y un Óscar por “Un hombre sin pasado” (2002), aunque no acudió a recoger personalmente los premios, fiel a su costumbre de comportarse no solo como un director finlandés sino como el más finlandés de todos los directores.

Lumière, Auguste y Louis. A finales del siglo XIX los hermanos Lumière no eran los únicos que trataban de dar con un sistema de grabación y reproducción de imágenes en movimiento, pero fueron ellos quienes patentaron un milagro tecnológico llamado cinematógrafo, con el que grabaron “Salida de los obreros de la fábrica Lumière” y “Llegada de un tren a la estación de la Ciotat”, las primeras películas que se exhibieron en sala y ante una audiencia. Era el 28 de diciembre de 1895 y el cinematógrafo daba luz al cine gracias a dos hermanos que se apellidaban así, luz. Gracias a ellos, el salón indio del Grand Café del Boulevard des Capucines de París, asistió el momento en el que una posibilidad tecnológica encontraba su ritual de comunicación y su ceremonia de socialización. Durante las apasionantes primeras décadas que siguieron a aquel alumbramiento, las películas se valieron del ilusionismo, los efectos ópticos, las herramientas teatrales y el montaje para desarrollar su propia gramática, multiplicar sus posibilidades narrativas y abrir la primera era de la comunicación de masas. Por primera vez en milenios la humanidad asistía al nacimiento de un arte nuevo que entonces parecía magia y que 125 años después lo sigue siendo.

Marx, hermanos. Fueron cinco pero Gummo y Zeppo abandonaron el teatro antes del éxito cinematográfico y fueron tres, Harpo, Chico y Groucho, los que pasaron a la historia de la comedia gracias a secuencias delirantes que siguen funcionando incluso en películas absurdas que nunca lo hicieron del todo. En sus mejores momentos se entregaban al caos en un ataque combinado contra cualquier cosa que pudieran desarmar, destruir o demenciar, muy a menudo, contra la actriz Margaret Dumont que, como dijo Groucho al recoger su Óscar honorífico, merecía el calificativo de cuarta hermana Marx por haber aguantado de todo. No era fácil: Groucho derribaba los órdenes del pensamiento y de la civilización con ataques de terrorismo verbal desquiciadamente cínicos; Harpo era una de las cosas más locas que se han visto en el cine, un agente del caos que se entregaba a la destrucción con una alegría salvaje combinada con amenazas de violencia, siestas comatosas, atracones furibundos, satiriosis diabólica y todo tipo de reacciones fisiológicas extremas; y en medio de estos genios del mal, Chico derribaba a cualquiera con su inalterable rigidez mental y un pragmatismo desconfiado, amoral y criminalmente obstinado. Ninguno tenía principios ni finales pero cuando arremetían contra el mundo todos aportaban la grandeza de sus bajezas y lo hacían juntos, respetando un vínculo de fraternidad lo bastante importante como para no mencionarlo jamás.

Nolan, Christopher y Jonathan. Christopher Nolan es capaz de combinar lo mejor de un gran realizador (“Dunkerque”, 2017) y de un gran guionista (“Memento”, 2000), tiene coraje para imaginar (“Origen”, 2010) y grandeza artística para contar historias poderosas, que no renuncien a tener dimensión espiritual, moral o sobrenatural (“Interstellar”, 2014). Su hermano pequeño, Jonathan, ha colaborado con él en cinco ocasiones y cree que la fórmula funciona porque «él es capaz de mirar mis ideas y dar una vuelta a su alrededor de forma que lo hace todo un poco más retorcido y más interesante».

Olson, Mary-Kate y Ashley. Quienes vieron la telecomedia “Padres forzosos” en los 80 no podían imaginar que las dos hermanas gemelas que interpretaban al bebé Michelle Tanner dejarían la televisión y el cine para dirigir Dualstar, una empresa global de moda que en 2012 las situó en el puesto número once de las mujeres más ricas del mundo del entretenimiento.

Pennino, Italia. Italia Pennino nació en 1912, en la parte de arriba del teatro de su padre, que importaba películas italianas a América. Cuando se casó con Carmine Coppola, un artista que compartía con su hermano Anton la pasión por la música, no podía imaginarse que se convertiría en matriarca del clan definitivo, que incluye no solo a Francis Ford Coppola y su hija Sofía, sino a Nicolas Cage (hijo de Anton y sobrino de Francis), Talia Rose Coppola (hermana de Francis en la vida real y de Michael Corleone en “El Padrino”), Roman Coppola (hermano de Sofía y ganador de un Globo de Oro por la serie “Mozart in the Jungle”) y Eleanor Coppola (la esposa de Francis y directora, entre otras, de “El corazón de las tinieblas”, el documental que cuenta el rodaje de “Apocalipsis Now”). Los Coppola suman 23 nominaciones al Óscar y nueve premios, entre ellos el que ganó el patriarca junto a Nino Rota por la música de “El Padrino II”. A este retrato de familia habría que sumar a los hijos de Talia Shire con el productor Jack Schwartzman: Jason Schwartzman, actor fetiche de Wes Anderson y Robert, líder la banda musical Rooney. Además, los Coppola han estado casados con artistas como Patricia Arquette, exmujer de Nicolas Cage, o Spike Jonze, exmarido de Sofia Coppola y ganador de un Óscar como guionista por “Her” (2013).

Quay, Stephen y Timothy. Estos hermanos ingleses fueron pioneros en la técnica del stop motion para rodar películas con plastilinas, muñecos y marionetas, y con trabajos como “The Street of Crocodiles” (1986) han conseguido que directores como Tim Burton y Terry Gilliam reconozcan una enorme deuda artística con ellos.

Russo, Anthony y Joseph. La carrera de Anthony y Joseph Russo comenzó en la universidad, cuando Anthony usó un préstamo de estudios y el crédito de las tarjetas para hacer y estrenar “Pieces”, un largometraje que gustó tanto al productor Steven Soderbergh que les ofreció producir su siguiente película (“Bienvenidos a Collinwood”, 2002). Desde entonces no han parado. Ganaron un Emmy por dirigir el episodio piloto de la sitcom de culto “Arrested Development”, se encargaron de los cinco primeros años de la genial “Community” y han rodado con Marvel “Capitán América: Soldado de Invierno” (2014), “Capitán América: Civil War” (2016) y las dos últimas de la saga “Vengadores” (“Infinity War”, 2018, y “Endgame”, 2019). Lejos queda el momento en que se enfrentaron a su padre para dejar los estudios y emprender una carrera que les ha convertido en directores con estatus de estrella.

Scott, Tony y Ridley. En 1995, los premios BAFTA, los galardones de cine más importantes que se conceden en Gran Bretaña, reconocieron con un premio especial a los hermanos Tony y Ridley Scott por su “Contribución Excepcional al Cine”. No es de extrañar. El mayor, Ridley, ha dirigido alrededor de 30 películas, casi todas de éxito y varias de culto (“Alien”, “Blade Runner”, “Thelma y Louise”, “Gladiator”, “Hannibal”). Su hermano Tony hizo carrera en la publicidad antes de saltar al cine y, aunque su lista de películas como director es más breve que la de su hermano, incluye, de nuevo, una increíble cantidad de éxitos (“Top Gun”, “Superdetective en Hollywood”, “Días de trueno”, “El último boy scout”, “Enemigo público”) y largometrajes en los que, al igual que su hermano, consiguió resultados brillantes dentro del cine de acción con una capacidad artística y una grandeza narrativa y visual inusuales (“Amor a quemarropa”, “Marea Roja”, “Revenge”). La muerte por suicidio de Tony en 2012 fue un duro golpe para Ridley, con el que colaboró en proyectos como la producción de la serie “The Good Wife” y que, según recuerda, «durante 50 años no creo que nos hubiéramos peleado nunca».

The Wachowskis. Lily y Lana Wachowski protagonizaron una pequeña revolución en el cine de ciencia ficción con la trilogía “Matrix”, que triunfó con una mezcla personalísima de filosofía platónica, mística oriental, estética ultracool y patadas voladoras a cámara lenta. Su filmografía tiene coraje político (escribieron “V de Vendetta” en 2006), se atreve con propuestas profundamente feministas (como la serie “Sense8”, de la que son productoras) y utiliza las posibilidades del género fantástico (“El atlas de las nubes”, 2012) para explorar cuestiones fascinantes relacionadas con la dimensión moral, sexual y filosófica de la vida humana. Ya hay fecha para su proyecto más esperado: el 21 de mayo de 2021 veremos “Matrix 4”.

Un montón. Hay un montón de actores y actrices que se nos quedan fuera de la lista, como los hermanos Pang, famosos por la saga de terror “The Eye”; los Shaw que, en 1958, fundaron la mayor productora de cine de Hong Kong; los Taviani (Vittorio y Paolo), que obtuvieron el Oso de Oro en Berlín después de sesenta años trabajando juntos; o los Arquette (Patricia, David, Rosanna y Richmond), que se reunieron en 2007 para hablar de la transición de género de su hermana en el documental “Alexis Arquette: She's My Brother”.

Vega, Daniel y Diego. Los peruanos Daniel y Diego Vega comenzaron a dirigir juntos en 2008 y no han dejado de hacerlo desde entonces. Este mismo año en Zinemaldia presentaron “La Bronca”, tercera parte de la trilogía que incluye las películas “El Mudo” y “Octubre”, con la que ya compitieron en Donostia en 2010.

Warner Bros. Cuando hablamos de los estudios Warner Bros solemos olvidar que tras ese “bros” hubo, efectivamente, varios hermanos. La historia de Hollywood y del cine no se puede contar sin darle un lugar central al estudio que fundaron Harry, Albert, Sam y el mítico Jack Warner, que fueron quienes experimentaron con el sonido hasta lograr, en 1927, la primera película sonora, “El cantor de Jazz”, que se estrenó el día del funeral de Sam Warner, que había muerto el día anterior al despertar de una nueva era del cine.

Zucker, David y Jerry. En los 80, David y Jerry Zucker crearon un tipo de metacomedia que mezclaba gags físicos, surrealismo, parodias de otras películas y sal gruesa. Demostraron el éxito de la fórmula en las sagas “Atrápalo como puedas” y “Scary Movie”, pero sobre todo en la que dio comienzo este particular género, “Aterriza como puedas” (1980), un clásico descacharrante y refrescantemente humilde que ha mantenido su vigencia y se ha ganado su lugar en ese glorioso panteón de las grandes comedias americanas al que debemos tantas horas de pura felicidad.