Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA
Entrevue
Paul Christopher Mc Kenna

«Como ocurre con el amor y el odio, cuando pintas un mural, la línea entre elegante y cursi es muy fina»

Fotografía: Jon Urbe | FOKU
Fotografía: Jon Urbe | FOKU

Quien posee un mural realiza el sueño de vivir dentro de un cuadro. Hace que las paredes que te rodean se conviertan en ventanas a la magia, la belleza y la emoción. Es increíble esa sensación», subraya en esta entrevista Paul Christopher Mc Kenna, un artista multidisciplinar, natural de Dublín y afincado desde hace más de dos décadas en Madrid. Entre sus trabajos más recientes se encuentran la decoración de los interiores de los hoteles donostiarras Villa Favorita y el Hotel de Londres y de Inglaterra.

Ha pasado por Dublín, Londres, Ibiza, Miami, Madrid y Donostia, a donde llegó poco antes de que estallara la pandemia con un encargo: decorar los interiores de Villa Favorita y el Londres, donde fue su único inquilino durante el confinamiento, periodo en el que el establecimiento hotelero permaneció cerrado.

Nacido en la capital irlandesa y residente en Madrid desde hace 24 años, Mc Kenna tenía claro desde niño que quería ser artista, un deseo que al principio chocó frontalmente con los deseos de su padre, quien le dijo que debía de tener un oficio de verdad. Estudió arte y diseño gráfico, trabajó en una oficina, lo que le reafirmó aún más en su sueño de ser artista. De Dublín dio el salto a Londres, donde trabajó como director de arte para una empresa de interiorismo de discotecas. Hasta que llegó a los murales en grandes superficies, su gran pasión. Entre las múltiples técnicas que maneja destacan la pintura, los espejos envejecidos y el pan de oro. Uno de los encargos más especiales fue pintar una capilla de 7,5 metros de alto en un palacio de propiedad privada en Llanes, su «momento Michelangelo», confiesa.

En 2017 inauguró en Madrid la exposición sobre animales en extinción y cambio climático “The Magnificent Lives Art Show”. Recientemente, ha diseñado la portada del tercer trabajo en solitario de la cantante también irlandesa Sharon Corr, una mezcla entre pintura y fotografía. Mc Kenna recibe a 7K en la cafetería del Hotel de Londres para hablar de su experiencia en Donostia, de cómo es pintar el interior de un hotel en plena pandemia y de cómo vive y entiende el arte.

De decorar discotecas en Londres, Ibiza, Miami… al Hotel Villa Favorita y el Hotel de Londres. ¿Cómo llega a Donostia?

Llegué a Donostia en 2019 por un encargo del estudio de arquitectura e interiorismo Et In Arcadia Ego, fundado por el decorador Raphael Sitges, con quien he realizado muchas colaboraciones. El plan era hacer varios trabajos artísticos en el Hotel de Londres y de Inglaterra, y en el Hotel Villa Favorita, donde pinté un mural jungla que va desde la recepción hasta los servicios bajando una escalera. También hice espejos envejecidos y decoré el ascensor principal con un diseño de William Morras. Cuando estalló el covid y decretaron el confinamiento, me plantearon ir a vivir al Hotel de Londres, que permanecía cerrado y así poder seguir trabajando tanto ahí como en Villa Favorita.

¿Qué se siente viviendo solo en un hotel 4 estrellas en pleno confinamiento?

Durante el día solo estaban los responsables de mantenimiento y de seguridad, y yo aprovechaba para trabajar en Villa Favorita. Por la noche, me quedaba solo en el Hotel de Londres. Al principio fue un poco raro, como si estuviera en la película «El resplandor». En realidad fue un regalo poder ver cada día el atardecer en la bahía donostiarra. También fue duro y contradictorio, porque en pleno confinamiento seguía trabajando y tenía el mar en frente.

El mural de Villa Favorita recrea la jungla, una jungla que va desde la recepción escalera abajo hasta los servicios. Llama la atención esa cabeza de tigre que se asoma entre las ramas, esos sigilosos ojos que vigilan a los huéspedes. Esta particular jungla esconde hasta pequeños ovnis.

En esas horas en solitario que pasé pintando el mural pensé que si estuviera en una jungla de verdad, seguro que habría personas o animales escondidos mirando entre la maleza. Quise recrear esa sensación de estar vigilado. Además, me encantan los animales, en especial los pájaros. Pero quería hacer algo diferente. La vuelta del baño es muy jungla, me imaginé ahí, subiendo por la escalera, un tigre, fue como un flash. Pensé que en ese hueco quedaría perfecto un tigre. Ahora se llama «tigre Paul». Para las puertas de los baños elegí una representación tribal, un hombre pintado en azul y una mujer en rojo y azul. Me divertí tanto pintando este mural, que incluí unos ovnis.

Uno de sus trabajos más especiales ha sido pintar la cúpula de una capilla en un palacio en Llanes.

Sí. Estaba en Llanes en invierno pintando en otro palacio. Una vez a la semana solía ir a un bar donde cantaba y tocaba la guitarra, porque también canto y compongo. Estando allí, un chico que trabajaba en una inmobiliaria se me acercó para decirme que andaba buscando un artista para un cliente de Madrid. Él había oído hablar de mí, fue al bar donde iba a tocar y me propuso este trabajo. Fue una especie de efecto dominó y de una concatenación de casualidades; que yo estuviera en Llanes, que una vez a la semana fuera a cantar a ese bar, que esta persona hubiera oído hablar de mí... Dentro del palacio había una capilla, me dijo si la podía pintar y le contesté que sí, of course. Le presenté un boceto y no le hizo ni un cambio. No es nada fácil pintar una cúpula de 7,5 metros de altura, lo hice con ayuda de una grúa. Fue una experiencia fantástica, mi primera capilla, mi momento Michelangelo y espero que no sea la última.

¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?

Todo, diría yo. Aunque la que más, la música. No puedo trabajar sin ella. Por las mañanas siempre pongo un poco de música clásica para arrancar lentamente. Sobre las 11.00, me paso al jazz.. Me encanta también la música indie.

La vida de un artista está llena de tópicos, ¿cómo es realmente?

Es como una montaña rusa. Hay temporadas a tope de trabajo y otras en las que la agenda está completamente vacía. Yo dedico esas temporadas vacías a pintar sobre lienzo por mi cuenta, a visitar museos, como la casa-museo de Sorolla, quien para mí es como un dios. Mi última exposición fue en Madrid, en 2017, “The Magnificient Lives”, sobre cambio climático y animales en peligro de extinción. La próxima será este 2023. La vida de un artista es un poco loca, muy intensa. Tengo días en los que ni me quito el pijama y otros, en los que no paro de trabajar… you never know.

Pero también habrá momentos de soledad…

Sí, es un trabajo solitario, pero a decir verdad no me siento solo. Si la obra es muy grande y, dependiendo del timing, el tema y el presupuesto, contrato algún ayudante. Casi todo el tiempo estoy solo, pero sin sentirme solo.

¿Siempre ha querido pintar?

He estado toda mi vida pintando. Con 12-13 años conseguí mi primer premio de pintura. Mi padre se negó al principio a que fuera pintor. ‘Vas a tener un trabajo normal, como diseño gráfico’, me dijo. Fue una lucha también constante con mis profesores, a quienes insistía en que quería ser pintor. Me di cuenta de que una oficina no era mi sitio. Estaba indignado, pero, por otra parte, lo aprendido me sirvió de mucho en mi trabajo como director de arte, y a la hora de hacer las presentaciones con los clientes. El diseño gráfico me resultó muy útil, pero la pintura siempre estaba dentro de mí. Mientras buscaba artistas para decorar el interior de las discotecas y los observaba subidos a un andamio pintando murales, sentía que ese era mi lugar. En aquel momento me faltaba técnica, pero tenía la osadía de subirme al andamio y de pintar eso que ansiaba. Estando en Madrid, estudié con Juan Luca de Tena, que tiene su base en una escuela de Bruselas, y colaboraba con importantes diseñadores de España. Poco a poco, me fueron llegando encargos. Empecé pintando pájaros con acuarela, que es la técnica más complicada. Si puedes pintar con acuarela, puedes pintar cualquier cosa. Me fascina la perspectiva, por eso me encanta pintar murales. En mi página web tengo algunos. Es increíble el poder de la pintura y de la perspectiva. Pintar murales me abre la posibilidad de soñar; es como vivir dentro de un cuadro. Hace que las paredes que te rodean se conviertan en ventanas a la magia, la belleza y la emoción. Es increíble esa sensación.

Después de tantas idas y venidas, ¿con qué ciudad se queda para vivir?

Todas tienen su parte buena y no tan buena, pero Madrid me encanta. Es una ciudad muy divertida y se da mucha importancia a la decoración en bares y restaurantes, diría que más que a la propia comida. Tengo 53 años y el ritmo de la ciudad es perfecto para mí. Hay velocidad, pero no es tan descomunal como en Londres. Para vivir y disfrutar en Londres tienes que ser joven.

También ha diseñado la tapa del tercer álbum en solitario de la artista irlandesa Sharon Corr, “The fool and the scorpion”. ¿Cómo llega a ella?

A través de una amiga americana que, a su vez, era amiga de irlandeses que viven en Madrid. Entre ellos estaba Sharon. Fue un flechazo. Nos conocimos en 2018. Cuando estalló el covid, yo estaba en Donostia y ella estaba recibiendo las mezclas de mano del productor en Los Ángeles. Me preguntó si quería hacer la portada y acepté. Fue un flechazo como persona y como artista. En agosto de 2020 hicimos una sesión de fotos en su casa. Fue una experiencia fantástica, me lo pasé genial con ella. Ella tenía las ideas muy claras. Fueron horas de charla por videoconferencia entre Madrid y Donostia. Teníamos un pinterest para intercambiar ideas; el pelo con una trenza emulando a las vikingas… los tatuajes son body painting, porque ella no tiene. Fue muy fácil trabajar con Sharon, porque tiene muchas ideas. Hicimos muchas fotografías-bocetos para estudiar su movimiento y lograr ese efecto, como si estuviera haciendo contorsionismo, pero al mismo tiempo se la ve relajada.

¿Cuál es el perfil de sus clientes?

Es variado. El boca a boca ayuda mucho. Un huésped de Villa Favorita, por ejemplo, contactó conmigo después de ver el mural de la jungla. Cuando son viviendas particulares, doy la posibilidad de pintar sobre lienzo, porque si algún día se cansan del mural, venden la casa o quieren redecorarla, solo tienen que quitarlo. Suelen ser personas con casas grandes o de campo.

¿Es fácil compatibilizar la idea que tiene el cliente con su propia visión?

En el pasado, cuando no era conocido, sí que pinté cosas con las que no estaba de acuerdo y que no están en mi web. Hay cosas que, desde luego, no volvería a pintar. Con los años, y a medida que tu trabajo se va haciendo conocido, vas encontrando ese equilibrio entre los deseos del cliente y tu propio punto de vista. Además, quien me pide y me contacta, ya conoce mi perfil. Antes era más tímido, ahora diría que soy más yo. Como ocurre con el amor y el odio, cuando pintas un mural, la línea entre elegante y cursi es muy fina. Hay gente que tiene unas ideas fantásticas pero que sobre un mural son cursis. No quiero pintar cosas cursis básicamente, y hay mucha “cursilandia” en el mundo. Las puestas de sol en La Concha son impresionantes, pero esa misma gama de colores –naranjas, rosas...– sobre un lienzo queda cursi.

¿Cuáles son sus referentes artísticos?

Me fascina Sorolla. Quisiera llegar a ese punto, a esa musicalidad, rapidez, sentimiento…

¿Y cómo se definiría como artista?

Me siento libre, esa libertad es fundamental para sentirme artista. He estado pintando por la noche en el Hotel de Londres cuando todo el mundo está dormido. Es peligroso estar sobre un andamio o una escalera cuando anda gente por debajo o alrededor.

¿Qué consejo daría a los jóvenes que desean sumergirse en el mundo del arte?

A una joven de 15 años que quiere ser artista y me pedía consejo le dije: Técnica. Es lo más importante para mí. Y hay que soñar, perseguir los sueños. Yo me fui de casa a Londres persiguiendo el sueño de ser artista y sigo soñando.