Daniel Galvalizi
INDIVIDUALISMO, SALUD MENTAL Y NUEVAS GENERACIONES

«Los políticos deben comenzar a enunciar si cada medida suya beneficia o no a la salud mental»

La psiquiatra y escritora Marta Carmona cree que «es un error» que los dirigentes no argumenten si sus políticas ayudarán o no a la salud emocional y solo propongan más terapeutas. Además, cree que se critica a la llamada «generación de cristal» pero «ha sido la primera que rompió con el statu quo».

Madre de dos hijos, uno de ellos nacido hace poco, Marta Carmona acaba de reincorporarse al trabajo tras la baja maternal. Médica psiquiatra y Máster en Estudios Feministas, autora de varios libros, esta madrileña es una máquina de tirar conceptos al charlar y sorprende, incluso, con su optimismo: «Esto de que vamos a vivir peor que nuestros padres es un relato que hay que cambiar».

Es presidenta de la Asociación Madrileña de Salud Mental (AMSM), un colectivo multidisciplinar que ya lleva más de un siglo funcionando. Coautora junto a Javier Padilla de “Malestamos” (Ed. Capitán Swing), en entrevista con 7K conversa sobre lo importante de un cambio en las condiciones materiales para mejorar nuestra salud emocional.

«El malestar es colectivo pero parte de una experiencia vivida en forma singular», es una de las frases de las primeras páginas. ¿Por qué esto es así?

Cogemos esa frase para ilustrar que hay un gran número de personas que están experimentando sufrimiento psíquico en relación a sus condiciones de vida, pero la forma de enunciar eso está anclada a su propia biografía. Te dice que se siente mal porque no es capaz de enfrentar ciertas cosas y en clave individual, cuando sin embargo esa sensación de desaliento quizás tiene que ver con la precariedad laboral. Hay una escasa sensación de agencia sobre el proyecto vital, y eso tiene que ver con características del momento histórico que estamos viviendo, de un individualismo extendidísimo. Y ¿qué es lo que pasa? Como somos individuos muy poco conectados con su parte colectiva, el momento histórico también lo leemos en clave individual. Pero ¡claro que individualmente no podemos hacer nada en contra de, por ejemplo, la precariedad laboral mas allá de buscar otro trabajo o encomendarnos a la suerte! Contra los problemas colectivos no podemos hacer nada individualmente.

El sufrimiento que deriva de las condiciones de vida no puede mejorar como individuo salvo que tengas suerte, solo puede mejorar con una salida colectiva. Para empezar con ello tenemos que poder discernir qué parte [del sufrimiento] viene de lo individual y qué parte viene de lo colectivo. Estamos en un contexto en el que solo parece importar lo individual, y tiene soluciones diferentes.

¿Por qué es necesario, como afirma, politizar el fenómeno de la salud mental?

Porque gran parte de las soluciones solamente se pueden hacer desde las grandes políticas públicas y solo se pueden alcanzar desde consensos. Y que la población entienda que la precariedad laboral sea excepcional, no puede ser ese el estándar de normalidad. ¡Que hayamos asumido que la gente tenga que pasar miedo para llegar a fin de mes...! No puede ser que hayamos construido como normal un día a día en el que la mayor parte de nuestro tiempo se nos va en trabajar para alguien, y suele ser que ese alguien se hace cada vez más rico, y pasamos menos tiempo con los nuestros.

En España el sistema de servicios y cuidado es muy familiarista. El trabajo que sostiene la vida no está remunerado y, sobre todo, ese trabajo de cuidado, en general, cae sobre las mujeres. Si tuviéramos más capacidad de agencia sobre nuestras vidas, no haría falta, por ejemplo, mantener convivencias en una situación familiar con violencia.

Este es el ejemplo del efecto que tendría una renta básica sobre la salud mental: para una persona que haya estado expuesta a abuso infantil, alejarse de ese hogar no garantiza superar el trauma, pero le pone en mejor condición para hacerlo. Tener las condiciones materiales mínimas garantizadas no es garantía de salud, pero te coloca en una situación mucho mejor.

«El bombo del padecimiento psíquico está protagonizado por la despectivamente llamada generación de cristal». Es un concepto en el que me parece importante profundizar. ¿Por qué tantas veces se oye esa forma despectiva para hablar de los «millenials»?

Es que se le dice despectivamente así justo a la generación que rompe con el statu quo y dice «mira, esto es insostenible». Hay quien lo entiende como que es una generación más blandita, con menos características nobles y positivas que la gente asocia a la generación anterior, a la que pertenecen, como los boomers. Pero no tienen en cuenta que es una generación que ha vivido entre crisis: la del 2008, luego el covid, ahora la guerra, la crisis climática... Esta es la primera generación que además verdaderamente tiene como prioridad hacer algo contra la crisis climática.

Esta generación se apropia de este término y responde: «Me llaman generación de cristal, cuando yo en realidad soy muy transparente». En esta crítica a la generación de cristal se han llegado a decir estupideces como que no tienen dinero porque se lo gastan desayunando tostadas con aguacate. Quien dice eso no es en absoluto consciente de la distancia enorme que hay en poder adquisitivo con los boomers. Porque algunos boomers piensan que lo que pasaba cuando eran jóvenes sigue pasando ahora. Y el sistema socioeconómico ha ido modificándose, cosas que antes eran plausibles ahora son impracticables.

En la generación Z (los menores de 30 años, aproximadamente) se oyen también críticas a los «de cristal»...

Sí, sobre la generación Z hay un cierto enfrentamiento generacional que es inevitable. Veo una diferencia importante entre chicos y chicas. Hay un montón de identidades masculinas que tienen que ver con un movimiento reaccionario frente al feminismo, con la glorificación absoluta del individualismo, como los «crypto.bros», pero creo que en la generación Z se mantiene por ejemplo la crisis climática como la principal preocupación y no hay nada menos individualista que preocuparte por el planeta y no querer endeudarlo por cien años. Creo que tanto en los ‘Z’ como en los que hoy son adolescentes, el individualismo está muy presente, pero también hay cuestionamientos profundos al statu quo.

Usted señala que la ansiedad obedece a un conflicto que no se puede o no sabe resolver y que a veces uno de los factores es alcanzar un mínimo de condiciones de vida. Y justamente el Estado español encabeza el recetado de ansiolíticos de Europa...

Creo que esto tiene que ser parte del discurso político, y hay un error desde la política que es que muy pocos políticos cuando argumentan tomar una medida hablan del impacto que tiene en la salud mental. Si se les pregunta qué pueden hacer para mejorar la salud mental, automáticamente van a decir poner mas psicólogos, incrementar los servicios de atención, las listas de espera, etcétera. Es verdad que eso tiene un impacto. Pero creo que la política que más impacto ha tenido en la salud mental han sido los ERTE. ¿Te imaginas cómo habría estado la salud mental sin los ERTE [en la pandemia]?

Asegurar las condiciones materiales a la población tiene un impacto inmediato en la salud mental y los políticos tienen que comenzar a enunciar esto y explicar el impacto que tendrá cada medida en la salud mental. Y si no será beneficioso para la salud mental, quizás no sea prioritario entonces. Construir ciudades más amigables en las que la gente pueda participar en comunidad tiene impacto en la salud mental. Hay que asociar la justicia social a la salud mental porque una anorexia grave la puede tener una persona rica o pobre, pero en la pobre se van a añadir un montón de ejes de presión que harán que enfrentar el trastorno sea mucho más difícil.

¿Hasta qué punto nos afectan las expectativas pesimistas por esa noción extendida de que «viviremos peor que nuestros padres»?

Creo que es uno de los muchos relatos que circulan y es un error mantenerlo solo en ese relato. Hay que apostar al relato de que tenemos derecho a tener vidas mejores que las que tenemos. Si vamos a vivir peor, dependerá de lo que hagamos. Es elemento de justicia social apostar por una vida mejor, entender que este sistema es insostenible, se aproxima a su final; esto no lo dice gente de izquierdas solamente, y recordar que todos los sistemas socioeconómicos tienen un principio y un final. Una de las cosas que los jóvenes tienen presente es trabajar menos. Bueno, hay que desacelerar un poquito de manera que todo el mundo tenga suficiente y a lo mejor no haga falta esquilmar el planeta. La vida hace veinte años no era como ahora y la que será en veinte años no será como ahora. Pensar que será como ahora es una fantasía.

Hay un subtítulo en el libro que dice «los hombres no lloran pero sí se suicidan». Me parece que es una buena metáfora de que el hombre es víctima también del machismo, que inculca que hablar de emociones es ser débil, etcétera.

Sí, creo que el suicidio es un fenómeno grande y complejo. Uno de los aspectos relevantes es que el factor protector más potente frente al suicidio es disponer de una red afectiva. Como esa red está muy vinculada al trabajo de cuidados y siempre los han hecho en general las mujeres, esa red afectiva la tienen mucho más potente las mujeres que los hombres. Los hombres se quedan más solos. Los hombres deben incorporarse a esas tareas porque acaban de pagar un precio muy desagradable, que es esa vulnerabilidad y soledad. Es necesario visibilizar esa vulnerabilidad que dices y entender que los humanos no tenemos nada que hacer si no nos cuidamos los unos a los otros, pero también se la puede visibilizar manteniendo una lógica individualista, alguien enunciando sus emociones también puede seguir destruyendo el entorno.  

¿A qué se refiere con trabajos de cuidado?

Me refiero a cuidar un bebé, a cocinar y mantener las casas limpias, asegurar que las personas tengan para vestir... Si uno mira la literatura universal, parece que esas cosas no existían, pero porque eran hombres los que escribían y las tenían garantizadas porque las hacían las mujeres.

Ha mencionado el suicidio y es un tema muy en boga. ¿Es un problema de salud pública?

Sí, es multifactorial y tiene mil elementos que lo componen. Pero si una persona llega a ese nivel de crisis por acumulación de experiencias traumáticas, si está en un contexto social donde empezar de cero es relativamente fácil, la persona en crisis tiene una alternativa. Si vives en un contexto donde empezar de cero es dificilísimo, y no te queda otra salida, es más probable. Las condiciones materiales de vida son muy generadoras de ideas suicidas.