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«american pie»

Tras la pista de «American Pie»

Han pasado casi cuarenta y cinco años desde que el músico estadounidense Don McLean compusiera la canción que le catapultó a la fama, «American Pie». Desde entonces, la letra de la composición, calificada de «críptica», ha sido objeto de todo tipo de análisis. ¿Aclarará las dudas el manuscrito que acaba de ser subastado en Christie’s? El autor dice que revelará «todo lo que hay que saber».

Cuándo fue el «día en que la música murió»? ¿Quiénes son el rey, la reina y el juglar? ¿Cuál es el dulce aroma que perfuma el aire donde los sargentos tocan al compás de una marcha? ¿Por qué Satanás ríe con placer? ¿De quién se despide el coro cuando canta «Bye-bye, Miss American Pie»?

Esos son apenas algunos de los misterios en la críptica letra de la clásica canción “American Pie”, de Don McLean, que los amantes del rock y pop han estado tratando de interpretar durante más de cuatro décadas. Según algunos, el tema –catalogado a menudo como la «Canción del Siglo»– describe la historia del rock durante su periodo más inspirado y turbulento.

Este mismo mes de abril se ha subastado en la casa Christie’s de Nueva York el manuscrito original de 1971, que tiene 16 páginas, con 237 líneas escritas a mano y 26 mecanografiadas, con versos alternativos y sendas anotaciones. Se vendió por 1.205.000 dólares. De esta forma, “American Pie” se suma a la lista de famosas canciones que rentabilizan sus manuscritos en el mundo de las subastas, como “Like a Rolling Stone”, de Bob Dylan, que se vendió por 2 millones de dólares en junio pasado, o “Born to Run”, de Bruce Springsteen, que alcanzó algo menos de 200.000 dólares.

Don McLean, nacido en 1945, compuso el tema en Pensilvania y en Cold Springs (Estado de Nueva York) y fue grabado en mayo de 1971, aunque no se escuchó por primera vez hasta octubre de ese año.

El himno de una generación. Más allá del valor del documento mismo, para los aficionados de “American Pie” hay un tesoro más valioso: los borradores, sin editar, revelan el proceso creativo detrás de la canción «de principio a fin», según Tom Lecky, de la casa de subastas Christie’s. «Se ven grandes momentos de inspiración, se le ve intentando cosas que no funcionaron. El camino que tomó inicialmente y que después no quiso seguir», explica Lecky, quien concluye que «esas palabras que todos conocemos tan bien no estuvieron fijas al comienzo».

Y aunque durante años Don McLean mantuvo silencio respecto al mensaje y significado de su más famosa canción, ahora, con motivo de la subasta, ha declarado que fue «parte de un proceso de despertar, un viaje místico hacia el pasado» y que «el escrito y las letras revelarán todo lo que hay que revelar». Pero, ¿podrá ser tan diferente a las teorías que los estudiosos de “American Pie” han arrojado todo este tiempo?

La canción, que además dio nombre al segundo álbum de McLean, es, definitivamente, épica. Sus seis versos, con el pegajoso coro intercalado, duran más de ocho minutos y, según muchos expertos, describen la historia del rock’n’roll desde sus orígenes en los inocentes años 50, su espléndido desarrollo durante los turbulentos 60 y su decadencia al entrar en los 70.

McLean combina esta cronología con su propia experiencia, enfrentado a los acontecimientos mundiales y a la transformación de las tendencias musicales que se vuelven la pista sonora de una adolescencia optimista, luego de una juventud rebelde y, finalmente, de una madurez desilusionada. Fue así como se convirtió en el himno de toda una generación, que memorizó cada verso y los trasmitió a sus hijos y estos a los suyos, quienes ahora los tararean tal vez sin saber qué significan.

«Bye-bye, Miss American Pie, drove my Chevy to the levy but the levy was dry...» (Adiós, señorita del Pie Americano, fui en mi auto Chevy hasta el dique pero el dique estaba seco...).

Para muchos, esos versos esconden la añoranza de tiempos pasados. Nada es más “americano” (o estadounidense) que el pastel de manzana (apple pie), el automóvil marca Chevrolet (Chevy) y la sensación de libertad y aventura que le brindaba para ir a donde quisiera. McLean, cantando en primera persona, se está despidiendo de todo esto porque, como dice en el sombrío comienzo del tema, fue «el día en que la música murió» (The day the music died).

Es una referencia específica al 3 de febrero de 1959, cuando tres estrellas de la música popular murieron en un accidente de avioneta: el pionero del rock Buddy Holly, el DJ conocido como the Big Bopper, y Richie Valens, uno de los primeros latinos del rock y autor de “La Bamba”.

El rock y la sociedad se transforman. La noticia de la tragedia no solo transformó la música y a sus intérpretes, transformó el mundo de McLean y los valores con los que se crió. Ya no es el enérgico potrillo conduciendo confiado en su camioneta con un clavel en la solapa, el que ha perdido a su novia, a quien ve bailando con otro en el baile de la escuela. Con la pérdida de la inocencia también se tambalean los iconos de su adolescencia. Elvis, el «rey del rock», es usurpado por un «juglar» vestido con «una chaqueta prestada de James Dean».

«And when the King was looking down, the jester stole his thorny crown...» (Y cuando el Rey no estaba mirando, el juglar robó su corona de espinas), dice la canción. Y el juglar no es otro que Bob Dylan, la «nueva voz de la generación de los 60», que en muchas canciones hace referencia al personaje bufonesco y quien, en la carátula de su álbum revelación, está vestido con una chaqueta de cuero a lo James Dean.

Entra luego en la escena, el «cuarteto tocando en el parque» (The quartet playing in the park), en referencia a los Beatles, a quienes también identifica como los «sargentos», en alusión al famoso álbum “La Banda del Sargento Pepper”. Este periodo está enmarcado por el llamado “Verano del Amor”, de 1967, que impregnó el aire de marihuana, el «dulce perfume» que menciona McLean.

“American Pie” está cargada de simbología religiosa, pero eso es lo que el rock es hasta cierto punto. Sus letras son una especie de biblia, un mantra para las jóvenes generaciones: «¿Escribiste el Libro del Amor? ¿Puede la música salvar tu alma mortal» (Did you write the Book of Love? Can music save your mortal soul?). Son el amor y la salvación predicados por las nuevas deidades, como John, Paul, George, Ringo y otros, en respuesta a la guerra institucionalizada por los gobiernos en el poder, la brutalidad de la policía, la violencia politizada.

El diablo y su séquito. Pero donde hay dioses, también hay demonios y agentes del infierno. Y con eso, se abre el telón sobre Jack Flash: nada más y nada menos que Mick Jagger y los Rolling Stones que, en esa época tenían éxitos titulados “Jumpin’ Jack Flash” y “Simpatía por el Diablo”.

En diciembre de 1969, los Rolling Stones dieron un concierto gratis cerca de San Francisco para toda esta «generación perdida en el espacio» (A generation lost in space) que se tornó violento. El conjunto contrató al rudo grupo de motociclistas Hell’s Angels (los Ángeles del Infierno) para mantener el orden del público. Uno de ellos terminó matando de una puñalada a un espectador mientras Mick Jagger cantaba en el escenario envuelto en una diabólica capa roja.

«Ningún ángel nacido en el infierno pudo romper ese hechizo satánico» (No angel born in hell could break that Satan's spell), cantó McLean.

Para muchos observadores, ese evento puso punto final al idealismo de los 60. El idealismo, tan vívidamente expresado en la música, había muerto.

La música murió, aunque no literalmente. La música rock, como todo arte, tiene ciclos que también reflejan el vaivén de la historia. Se regenera, se desarrolla, llega a su auge y luego desciende. Pero, realmente, no desaparece. Por eso es, tal vez, que generación tras generación se reencuentra con “American Pie” y la hace suya. Nuevos artistas graban sus propias versiones, la de Madonna es, quizás, las más destacada.

Y Don McLean, a través de sus manuscritos, esta vez ofrecerá una explicación sobre el significado de su éxito discográfico, una explicación que será mucho más amplia que la que había venido dando durante años cada vez que era interrogado al respecto. «El significado de ‘American Pie’ es que nunca tendré que volver a trabajar», era su respuesta.