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Un año de ofensiva saudí coloca a los yemeníes en situación desesperada

Después de un año de campaña militar de la coalición que lidera Arabia Saudí contra los hutíes en Yemen, el país se halla hundido en una grave crisis humanitaria, con casi la mitad de las 22 provincias en situación de urgencia humanitaria y el 80% de la población necesitada de ayuda. HRW reclama un embargo a la venta de armas a Riad por los bombardeos contra civiles, mientras decenas de miles de yemeníes exigen en Sana’a el fin de la ofensiva saudí.

La ofensiva de la coalición árabe liderada por Arabia Saudí contra los rebeldes hutíes en Yemen cumplió ayer un año con ciertas esperanzas de resolución del conflicto, tras el anuncio de una nueva tregua a partir de 10 de abril y otra ronda de negociaciones de paz el 18 de abril en Kuwait, pero con el país hundido en una grave crisis humanitaria como consecuencia de su campaña militar. Según organizaciones internacionales, más de 6.200 personas han muerto desde el inicio de la ofensiva, 3.218 de ellos civiles, una cifra que los hutíes elevan a 8.946 –2.180 menores y 1.623 mujeres–.

La coalición comenzó el 26 de marzo de 2015 sus ataques aéreos, y posteriormente sus operaciones terrestres, en un intento de restaurar en el poder al presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi, que se exilió en Riad ante el avance de la rebelión hutí, aliada con las fuerzas leales al expresidente Ali Abdallah Saleh.

Riad preveía una operación breve, prolongada por la resistencia de los hutíes, que siguen controlando gran parte del país.

Los enfrentamientos del año pasado entre fuerzas de la coalición árabe y hutíes, que tomaron Sana’a en setiembre de 2014 y expulsaron a Hadi, desplazaron a cerca de 2,3 millones de personas y dejaron a más de la mitad de sus 26 millones de habitantes al límite del hambre.

La ofensiva saudí logró expulsar a los rebeldes de Adén y de otras cuatro provincias sureñas, pero lejos de poner fin al conflicto ha provocado una situación que repercute en los civiles.

«La situación es muy difícil, ya que de acuerdo a nuestros cálculos, un 80% de los habitantes de Yemen necesita algún tipo de ayuda», señaló a Efe el jefe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en el país, Trond Jensen. Precisó que unos 19 millones de personas necesitan agua potable; más de 14 millones asistencia alimentaria, y más de 300.000 niños están en riesgo de sufrir una grave desnutrición. 22 provincias se hallan en situación de emergencia humanitaria, el nivel anterior a la hambruna, según el Programa Mundial de Alimentos (PAM).

Las ONG culpan de la crisis a las medidas de control impuestas por la coalición en los accesos a los puertos, controlados por los hutíes, y han acusado a los rebeldes de impedir que los suministros de alimentos lleguen a ciertas áreas.

«Los yemeníes lo que realmente necesitan es el fin de la guerra, que es más importante», afirmó un residente en la capital, donde muchos ciudadanos han buscado refugio huyendo de los bombardeos de la coalición. «Una guerra olvidada, desigual e injusta, en la que se destruye al pueblo y su base económica y social», subrayó otro mientras esperaba su turno para recibir ayuda del PAM.

Embargo de armas a Riad

Ayer, decenas de miles de personas protestaron en la capital, en una manifestación en la que apareció en público, por primera vez en un año, el expresidente Saleh. En un breve discurso, el exmandatario pidió un «diálogo directo» con Arabia Saudí para terminar la guerra, y acusó al Consejo de Seguridad de la ONU de «no mover un dedo» por Yemen. Saleh, que rechazó el regreso al poder de Hadi, subrayó que el Consejo de Seguridad debería «emitir una resolución para frenar la guerra y ordenar un embargo de armas al régimen saudí», al que situó además detrás de los conflictos en Irak, Siria y Libia.

También Human Rights Watch (HRW) pidió un embargo a la venta de armas a Riad por sus bombardeos «indiscriminados y desproporcionados» sobre zonas civiles, y criticó a EEUU, Gran Bretaña y el Estado francés por ser «cómplices en la muerte ilegal de civiles» al rechazar o minimizar las pruebas sobre la muerte de cientos de civiles en esos ataques.