Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Romance en Tokio»

Los amantes bilingües

Lo japonés está de moda en Occidente ya hace dos o tres décadas, casi tanto como el tiempo que lleva escribiendo Amélie Nothomb, que es una de las autoras más autorizadas en todo lo referente al creciente intercambio cultural con Extremo Oriente. La influencia de la novelista que pasó su niñez en distintos países asiáticos por ser hija de un diplomático belga, no ha pasado desapercibida al cine fancófono, y ya Alain Corneau llevó a la pantalla su libro “Estupor y temblores” (2003), donde recogía su regreso a Tokio como traductora para una empresa nipona.

En “Tokyo Fiancée” (2014), el también belga Stefan Liberski realiza una adaptación muy cómplice, para contar la vuelta de Amélie al exótico territorio de su infancia con el deseo un tanto peregrino de convertirse en una escritora en lengua japonesa, objetivo que habrá de esperar mientras se gana la vida como profesora de francés. Al anuncio ofreciéndose a dar clases particulares sólo responde un joven, que se convierte así en su único y fiel alumno nativo, dispuesto a hacer de guía e incluso de enamorado.

Aunque “Tokyo Finacée” tiene un aire de comedia ligera, su trasfondo resulta bastante denso, debido a que el análisis de las barreras idiomáticas y las diferencias de costumbres es muy exhaustivo y minucioso. Hay que estar igual de atento a la conversación que a los más mínimos detalles, hasta el punto de que una simple presentación dentro del contexto interracial da lugar a una serie de gestos y de palabras muy significativos y dignos de estudio. Como quiera que además de las lenguas respectivas la pareja utiliza asimismo el inglés a modo de expresión neutral, se requiere de un tipo de espectador políglota para el pleno disfrute de la película. Más complejo aún se presenta el debate entre tradición y modernidad, por la influencia que tiene en la relación entre hombres y mujeres, con rituales machistas no superados.