Raimundo Fitero
DE REOJO

Farsa

Yo puedo prometer pero no prometo abstraerme de la intoxicación electoral, pero no dejan de provocarme por acción u omisión. Incluso por pensamiento y su ausencia. Es un problema de posesión, de algo interno, de un vicio, trauma o parafilia escondida en ese armario de la memoria. No me digan que no es enternecedor que Ken Sánchez, arropado por la Bruja Díaz, arranque su asalto o salto hacia el vacío con la frase: «puedo prometer y prometo» del señor que tiene un aeropuerto, Adolfo Suárez símbolo de la transición, del centrismo sobrevenido desde el régimen franquista y que ahora lo adopta este individuo para confundir, confundirse y fundirse más con la derecha a la que tanto quiere. Estos retornos, como el de los comunistas convertidos en diablos en boca de toda esa pléyade de paniaguados, politicastros desideologizados, va a formar parte de este plan de desintegración democrática que quieren implantar a base de células intoxicadoras policiales, medios de información corruptos, televisiones de colores que no tienen otra función que mantener el puchero hirviendo y unos candidatos que solo buscan el inmovilismo, el retorno del tiempo de las cornetas bipolares. Pero disfrazándose y  manoseando palabras como cambio en actitud farsante integral.

El ultracentrista Albert Rivera va montando un mal espectáculo político de tercera. Si ya tenía a ese acomodaticio actor que ahora, justo ahora, ¡qué casualidad! es también dramaturgo y director en los Teatros del Canal de su correligionario Albert Boadella, con una supuesta obra que habla de políticos, lo asciende para colocarlo de número uno en Valencia, va y sin hacer casting mete a Felisuco, un cómico terciario de supina mediocridad de número uno en Cantabria. Lo que le faltaba al corral de comediantes de San Jerónimo. Más farsa.