Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Fatima»

La difícil integración de las mujeres musulmanas

El cineasta de origen magrebí Philippe Faucon lleva muchos años haciendo películas sobre la inmigración del Norte de África al sur de Europa, pero no ha sido hasta conseguir el triunfo en los premios César con “Fatima” cuando le ha llegado su definitiva consagración. Y es un largometraje que no ha surgido de la nada, sino que es la respuesta inmediata a su anterior “La désintégration” (2011), en el que señalaba la falta de integración de la población musulmana en el Estado francés como causa de su captación por parte de células armadas islamistas. Por eso ahora profundiza en esas dificultades para integrarse, sobre todo por parte de las mujeres que proceden de la cultura árabe. Para reflejarlo en toda su realidad se ha basado en los diarios de Fatima Elayoubi, una madre coraje que para poder comunicarse con sus hijas aprendió el idioma de acogida, convirtiéndose finalmente en escritora con gran esfuerzo.

La madre y sus dos hijas reales son interpretadas en la ficción por actrices no profesionales, obteniendo Zita Hanrot, que hace de la hija mayor, el César de Mejor Actriz Revelación. Las tres componen un retrato social muy veraz, con toda la complejidad que acarrean unas relaciones familiares marcadas por las diferencias entre el mundo árabe y el occidental. Fatima (Soria Zeroual) ha tenido que criar a Nesrine (Zita Hanrot) y Souad (Kenza Noah Aïche) en solitario, tras ser abandonada por su marido. Por pertenecer a la primera generación de inmigrantes siente que existe un abismo entre ella y sus pequeñas, siendo la menor la más distanciada, ya que se expresa en un argot del “banlieue” que ni siquiera entiende. Esta se avergüenza de su madre porque al no dominar el francés, solo encuentra trabajo como limpiadora.

Luego está la presión ambiental, perceptible en el acoso vecinal, y en la necesidad económica de tener que empeñar los objetos más queridos, con tal de poder costear la universidad.