Carlos GIL
Analista cultural

En positivo

Hay que ir a la contra en positivo. Contra la estulticia, contra la vagancia, contra la rutina, contra la falta de poesía en quehacer diario, contra la falta de sensibilidad hacia el diferente. La filosofía no es una coraza de filósofos y soñadores, sino que lo impregna todo. El papel que protege un caramelo de menta es un principio filosófico que nos puede hacer cambiar la visión del mundo que atravesamos a oscuras, sin la luz de un pensamiento que nos inspire un reforzamiento de nuestra propia mismidad. Nunca se podría haber descubierto la teoría de la relatividad sin antes haber pensado Aristóteles durante muchos amaneceres mediterráneos sobre el deseo humano y la realidad de las sombras del pino insigne. Hoy estoy en contra de casi todo, pero en positivo, en muy positivo. Me quemo de tanto positivismo. Entramos en un periplo festero, volvemos a los ritos y mitos medievales y domésticos, a las convocatorias con nuestro rastro rural más inmediato y salvaje, a la ingesta de magras con tomate en la solanera como símbolo del radicalismo primitivista, de la rutina, de la tradición que rima con maldición. Las fiestas son cultura, pero quizás sean parte de una cultura utilitaria, que solo deja memoria en el blanco nuclear de nuestras vestimentas. Buscamos de manera histérica la poética de la borrachera, el ruido y el colapso. Escuchemos una jota vespertina para recordar la lírica del pueblo en positivo.