Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «El gruñón»

Lo viejo frente a lo nuevo y lo rural frente a lo urbano

El cine suele ser por lo general bastante condescentiente con las personas mayores, salvo cuando la comedia se ocupa de caricaturizar el tipo de carácteres o personalidades fuertes que empeoran con la edad. Un grupo al que pertenece por vocación la película finlandesa “Mielensäpahoittaja” (2014), protagonizada por un viejo gruñón al que se le dedica tal calificativo como un apodo, ya que es el único personaje de todos los que aparecen del que no se dice el nombre.

El sexto largometraje de Dome Karukoski, con un guion adaptado en el que ha colaborado el propio autor de la novela original Tuomas Kyrö, se sustenta por completo en la interpretación principal del veterano Antti Litja, quien afronta el gran reto de acabar resultando entrañable para el público a pesar de su mal genio y actitud profundamente asocial. El anciano no está hecho para vivir en la ciudad, ni tampoco para aguantar a la familia, o para intentar entender a las nuevas generaciones. Por eso su fin de semana en casa de la nuera será muy desgradable para todos, al verse obligado a visitar Helsinki y dejar su granja por culpa de un inoportuno accidente doméstico que le hará necesitar tratamiento médico recuperador.

Esta comedia familiar juega con los contrastes y cambios de tono, pasando del costumbrismo más ligeramente humorístico a momentos dramáticos bastante solemnes. Intenta dejar poso e introducir un mensaje relativo a la resitencia o cerrazón individual de quienes no hacen nada por socializar con los demás, prefiriendo aislarse en su propio mundo. Dicha manera de ser resulta más sangrante en el caso de este octogenario cabezón que no para de hablar, quejándose a cada rato. Imágenes de archivo históricas, junto con otras de flash-backs más íntimos, ilustran lo que el protagonista considera los buenos tiempos, porque decidió plantarse en el año 1953 y oponerse a culaquier suerte de progreso.