Raimundo Fitero
DE REOJO

Soy yo

Me encantan las frases contundentes. Por ejemplo: “La autoridad soy yo”. La pronuncia una mujer, Verónica Pérez, empuñando la supuesta jerarquía de Presidenta de la Mesa del Comité Federal, del PSOE, naturalmente. Y aparece en la tele diciendo que no la dejan entrar a sus posesiones, es decir, a la sede, ese lugar de la calle Ferraz de Madrid que se ha convertido mediáticamente en un foco de atención informativo que ronda lo morboso, lo obsceno, con titulares a cinco columnas, directos radiofónicos y televisivos interminables.

La descomposición del partido zombi a la vista de todos los consumidores. Cuesta mucho encontrar calificativos que sirvan para describir esta absurda situación de golpe de mano interna, de enfrentamiento encarnizado entre, por lo menos,  dos bloques del propio partido, la manipulación con la que se está informando de este asunto, la resurrección de muertos políticos pestilentes que han acelerado este caos de manera indecente, con el señor de la cal viva a la cabeza y la sospechosa y silente actuación de Susana Díaz, la ambición andaluza cubierta de eres.

Espectáculo deprimente. Todos presionando para que desde esa sede oscura se entierren las esperanzas de algún viso de cambio político, se perpetúe a Rajoy, se eche el cerrojazo definitivo a los estados de opinión de luchan contra la corrupción constante del bipartidismo y se reinicie un nuevo ciclo de desmovilización democrática.

Pedro Sánchez, al que habían elegido por guapo, les ha salido duro de pelar. Es una víctima propiciatoria. Acabará asado por todos los costados, porque no ha sabido nunca quiénes eran sus compañeros de viaje o los que le estaban llevando al borde del abismo. Ahora está toda la organización en el precipicio. Demasiadas voces en Ferraz gritando a la vez: la autoridad soy yo.