Panina Pérez Arias
REALIZADORA

«Me propuse reivindicar la imagen y obra de Loïe Fuller»

Aunque representa un icono de la Belle Époque, esta pionera de la danza contemporánea cayó en el olvido. En «La Bailarina», Di Giusto «recrea» su historia.

Una fotografía blanco y negro en un libro de una bailarina semi oculta entre un torbellino de tela, «como si estuviera levitando», fue el primer encuentro entre Stéphanie Di Giusto y Loïe Fuller. «Icono de la Belle Époque», se podía leer al pie de la imagen. Pero ¿quién era esa mujer a quien ni se le veía la cara?, se preguntó la realizadora francesa.

La curiosidad de Di Giusto la llevó muy lejos, tanto que La Loïs, tal como se le conocía en su época, se convirtió en la figura principal de lo que sería su primer largometraje, “La Bailarina”.

Pionera de la danza moderna, así como de la implementación de diferentes técnicas y efectos de iluminación en la concepción de un espectáculo, la gran fama de la que disfrutó Loïe Fuller en su tiempo, se fue apagando al transcurrir de los años tras su muerte en 1924. Su figura, antiguamente conocida en las grandes metrópolis, se eclipsó, y tan solo los estudiosos de la danza o de la Belle Époque, saben quién se esconde detrás el baile de la serpentina, de esos largos metros de tela que le ocultaban tal como en la imagen con la que se había topado Stephanie Di Giusto hace seis años.

«Me emocionó la historia de esa mujer, y decidí hacer algo sobre ella», resume Di Giusto en el Festival de Cannes donde “La Bailarina” formó parte de la programación de la sección Una Cierta Mirada. «Me lo tomé como una misión porque me propuse reivindicar la imagen y obra de Loïe Fuller».

Protagonizada por SoKo (como Loïe Fuller) y Lily- Rose Depp (en el rol de Isadora Duncan),“La Bailarina” es una «biopic recreada», ya que Stéphanie Di Giusto se tomó libertades a la hora de desarrollar el guion, como ponerle un padre francés a Fuller (cuyos padres en realidad eran estadounidenses), o insertando algunas situaciones ficticias.

¿Cómo logró darle forma a la historia de «La Bailarina»?

Obviamente se me hizo muy cuesta arriba cuando empecé a escribir la historia, porque Loïe tuvo una vida muy movida, así que tuve que dejar muchas cosas por fuera. Leí unos 10 libros sobre ella, pero quería que mi película fuera más bien sobre el movimiento, no un biopic, a pesar de que Loïe tuvo una vida muy interesante, y fue una persona muy compleja. Decidí entonces concentrarme en dos momentos muy importantes, siendo el primero la muerte de su padre, ya que él fue el hombre que amó de verdad profundamente, y quien la motivó a que desarrollase sus inclinaciones artísticas. Y el segundo es el relacionado con su encuentro con Isadora Duncan, el cual significó el final de un ciclo y el inicio de una nueva fase para Loïe.

¿Qué fue importante a la hora de escoger a SoKo para el rol protagónico?

Conozco a SoKo desde hace varios años, además la he visto actuar en varias películas y sabía el gran potencial que tenía para encarnar a Loïe. Lo que me gusta de SoKo es que ella no es solamente una actriz, sino también una artista; SoKo canta, escribe sus canciones, ha estado involucrada en varios proyectos artísticos… Sentía que ella tenía la energía que Loïe también poseía como artista. Por otra parte, SoKo es única desde el punto de vista de su fisionomía, ella no es como esas chicas que ves en las revistas, además es extremadamente sensible, sincera, frágil, y todas esas cualidades eran las que necesitaba el personaje.

¿Por qué se decidió por Lily-Rose Depp para el rol de Isadora Duncan?

Quería una actriz americana de 17 años, así que la lista no era tan larga. Sabía que ella estaba en esa transición de convertirse en actriz y que había hecho algunos roles pequeños. Fui para EEUU con el objetivo de hacerle las pruebas de danza, actuación e imagen, y me pareció fantástica. Cuando volví a Francia estaba segura que ella sería perfecta para Isadora Duncan. De Lily-Rose me sorprendió no solamente su seguridad a la hora de actuar, su presencia, sino también su gran deseo de convertirse en actriz, lo cual era muy motivador para mí. Cuando ella actúa se le nota que lo disfruta, además es muy profesional y madura.

¿Cómo fue el proceso de rodaje de las escenas de baile de Loïe Fuller?

Las coreografías de Loïe Fuller jamás fueron filmadas, así que los video que están en YouTube no son originales. Me documenté muchísimo, y como cosa curiosa, Loïe no solamente realizó numerosos dibujos y bosquejos de sus puestas en escenas, sino que también escribió cuantiosas explicaciones de forma muy detallada. En la película no usamos efectos especiales, es solamente SoKo la que baila todo el tiempo, sin una doble (la actriz se entrenó con Jody Sperling, bailarina y coreógrafa especializada en el trabajo de Fuller). Tuvimos muy poco tiempo para rodar ciertas escenas, como en la calle o en la Ópera de París, lo cual a final de cuentas fue muy beneficioso para la dinámica de trabajo. Además, como se trataba de una película de época quise ser lo más fiel posible, eso sí, evitando los artificios.

Siendo usted directora artística y fotógrafa, ¿cuántas preocupaciones le supuso dar con la estética visual de la película?

Quería trabajar con Benoît Debie (director de fotografía de “Spring Breakers” (de Harmonie Korine) o “Love” (de Gaspar Noé) ), quien tenía el deseo de rodar en 35 milímetros, pero no pudimos. Benoît tiene mucha experiencia, y estéticamente hablando su trabajo se apoya mucho en el realismo, además es muy cuidadoso y es una persona en quien se puede confiar. Tuve mucha suerte en contar con él.

Usted estuvo trabajando en este proyecto durante seis años, ¿qué fue lo que la enganchó para continuar?

(Se ríe) Algunas veces llegué a preguntarme por qué quiero continuar, por qué tengo esa idea fija en mi cabeza… Pero se trataba de mi primera película, y por nada quería darme por vencida, así que no me quedaba otra opción que continuar. No tenía suficiente dinero, sin embargo Alain Attal (el productor) y yo quisimos al menos filmar. Durante el rodaje para mí era importante que los actores tuvieran la sensación de que yo no tenía ningún tipo de dudas haciendo mi primera película. Al final corrimos con mucha suerte, y menos mal que no “abortamos la misión”, aunque tenía presente la posibilidad de fracasar en el intento.

Hasta hubo gente que le dijo: «pero a quién le interesa la danza…».

(Se ríe) ¡Y no solamente eso! Me aconsejaron que no me complicara la vida, y un hombre me llegó a decir que la historia era muy bonita, pero que dudaba que yo pudiera realizarla. Todas esas negativas me dieron aún más energía. Se pueden comparar la energía y el esfuerzo de hacer una primera película, con la de Loïe a la hora de levantar un espectáculo, porque es el mismo tipo de fuerza de voluntad. Fue un gran reto en todos los sentidos.