Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «Colossal»

Mujeres, hombres, kaijus, robots gigantes... y viceversa

La nueva película de Nacho Vigalondo trata sobre una persona que destina la mayor parte de su tiempo intoxicándose en fiestas. Alguien que, debido a esta destrucción que lleva encima, se ve obligada a renunciar a sus sueños de grandeza y regresar, con el rabo entre las piernas, al agujero donde nació. Ahí, descubre que la gente que dejó atrás le guarda un rencor colosal por aquello de haberse atrevido a renegar de la condición colectiva de mediocridad. Además, se da cuenta de que la –monstruosa– proyección de su ego solo tiene impacto en el extranjero.

Ahora, convénceme de que “Colossal” no es un biopic de Nacho Vigalondo dedicado al gran Nacho Vigalondo. Licencias que se conceden los genios. Este director español que se fue a EEUU para triunfar, y que ha admitido el miedo a volver al hogar con la sensación de no haber logrado dicho propósito, desde luego tiene el don de la genialidad... Más en el planteamiento que en el desarrollo, pues al hombre el formato largo se le sigue antojando, nunca mejor dicho, demasiado largo.

“Colossal” gira en torno a una chica que descubre que está conectada en cuerpo y alma con un monstruo que siembra el terror en Corea del Sur. Esto, se mire como se mire, es un cebo irresistible. Por riesgo y por este tan característico gusto por la locura, la propuesta lleva por bandera una frescura que además se ve correspondida por una alta riqueza en las segundas lecturas. No solo por los apuntes que el director nos deja sobre él mismo, sino también por proponer un juego de géneros que nos lleva, qué casualidad, a una de las guerras de sexos más divertidas, perversas y estimulantes de la temporada.