Gloria LATASA
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Amenaza de tormentas

En montaña, las tormentas, además de ser frecuentes y a veces inesperadas, pueden ser violentas y peligrosas. Una razón de peso para salir «meteorológicamente» bien informado. También nos interesa ir bien documentados sobre las particularidades del terreno (hay zonas –nidos de tormenta– donde se repiten con mayor asiduidad); sobre el funcionamiento de la atmósfera (reconocer las «señales» de lo que está ocurriendo en el cielo); o sobre lo que se debe hacer en caso de que nos sorprendan fuertes vientos, caídas de rayos o precipitaciones intensas.

Algunas de estas tormentas (por ejemplo, las ocasionadas por la aparición de un frente frío) no avisan de su llegada; para cuando queremos darnos cuenta ya las tenemos encima. Otras (relacionadas con el calentamiento del suelo) sufren un proceso durante el cual podemos observar el cielo y estimar la posibilidad de que estallen. De esa manera, nos resultará más fácil decidir si continuamos con la actividad o si es mejor optar por una retirada a tiempo.

Saber si la tormenta se va a producir no es tarea fácil. Hay días en los que todo parece indicar que sí y no ocurre nada. Y otros en los que nos confiamos y se presenta por sorpresa. Todo depende de la cantidad de calor, del grado de humedad y de la mayor o menor inestabilidad atmosférica. También es importante la zona en la que nos encontremos y las facilidades que ofrezca al aire para realizar los ascensos.

Los días con temperaturas elevadas (más si ha hecho calor las jornadas previas); los cielos blanquecinos (humedad elevada); las brumas densas en los fondos de los valles a primeras horas, acompañadas de una presión uniforme y no muy alta; el crecimiento paulatino de las nubes (cúmulos en sus distintas fases hasta llegar a cumulonimbos)… son indicadores de que pueden llegar a formarse tormentas.

Una bajada brusca de la presión, pequeños destellos sobre los objetos metálicos, zumbidos en el aire, que se nos erice el pelo, que notemos un cierto hormigueo en los dedos o que nos sintamos irritados son señales de que la tormenta anda cerca.