EDITORIALA
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Portugal y las virtudes de la negociación política

Portugal no es Grecia. La situación en el país luso nunca estuvo tan deteriorada como en el heleno y el bipartidismo, aunque se ha resentido, ha aguantado bastante mejor incluso que en el Estado español. La lección griega, sin embargo, está muy presente en Lisboa, donde tras las elecciones de 2015, el Partido Socialista (PS) y los partidos a su izquierda (PCP, Bloco y Verdes) acordaron una solución de gobierno que la derecha llamó Geringonça, un artefacto que no está hecho para durar. Lleva dos años y medio funcionando.

Los logros en el terreno de la economía han sido espectaculares. Sin ignorar que queda mucho por hacer y sin restar importancia a la precariedad laboral sobre la que se sostiene el crecimiento económico, los resultados en materia de desempleo y reactivación económica son más que señalables. Lo han hecho, además, poniendo fin a las medidas más draconianas de la austeridad. Es decir, han subido salarios, descongelado pensiones, bajado el IVA, etc. Portugal es la prueba empírica de que, para salir de una crisis, incrementar la capacidad económica de la ciudadanía es bastante más inteligente que hundirla en la misera.

En el terreno político, la experiencia portuguesa reúne las virtudes de una negociación política seria. El PS se ha visto obligado a renunciar a buena parte de su programa y a aplicar medidas que no contemplaba. En la misma línea, los partidos a su izquierda, con el principio de realidad en mente –el PS tiene 86 diputados, frente a 19 del Bloco y 17 del PCP– han aparcado maximalismos y optado por propuestas asumibles. Desde luego, existen tensiones. No es una solución que se pueda perpetuar en el tiempo, es una situación fruto del equilibrio surgido de las urnas en 2015, y deberá ser actualizado según evolucione la disputa por el poder a la que, obviamente, nadie ha renunciado. Las elecciones de 2019 serán cruciales. Nada garantiza que el experimento de la Geringonça continúe, pero al menos, nadie podrá decir que no hay alternativa.