Raimundo Fitero
DE REOJO

Mimetismos

Viendo con atención todos los desfiles de todos los orgullos, he llegado a una conclusión muy primaria: cuando las parejas, especialmente de hombres, se parecen tanto, en músculos, estatura, peinado, barba recortada y camiseta, creo que excede al mimetismo y se acerca de una manera pre freudiana al narcisismo. En casi todas las relaciones continuadas entre seres vivos existe un momento mimético y a primera vista se parecen las parejas en modulaciones léxicas, tonos de voz, gestos. Hasta en las relaciones con las mascotas se produce este intercambio de influencias espaciales y comportamientos previos a la racionalización y el aparato social que nos construimos para ser parte de esa masa que alegremente celebra orgullos, corre delante de los toros o vota de manera inconsciente esperando un milagro, o no vota y echa la culpa a los que han votado de los resultados obtenidos.

Saben que hay un nuevo filósofo de lo cotidiano que se llama Bob Pop, y el otro día en su homilía en “Late Motiv” apuntó algo que considero muy oportuno. No hay que estar pidiendo a nadie que reconozca nada. Pedir a alguien consentimiento para vivir de manera coherente a tu idea, tus sentimientos o tus identificaciones sexuales es un acto de sumisión. Hay que vivir, salir, actuar, vindicar o reivindicar lo que a cada cual les rote sin pedirle a nadie permiso. Y hay que seguir saliendo porque existen cada día motivos para recordar a todos los retrógrados y homófobos que precisamente son ellos la anomalía histórica. Como quienes insisten en borrar de la fiesta sanferminera la ikurriña. Imposible. Todas las fobias de las derechas son una filia mal asimilada con el pasado. Estos andan locos con sus cadenas y sus cadenetas. No hay que pedir consentimiento a nadie para expresar sus emociones simbólicas a través de los estandartes de colores.