Raimundo Fitero
DE REOJO

Disyuntivas

Aviso, no tengo un buen día. Y no es nada personal. Como contradicción con piernas con derecho a voto, no encuentro la luz de la mesita, ni el portafolio en mi escritorio virtual. No aguanto más: ¿qué es más insultante para un pueblo, que se quede sin bar o sin cajero? Ambos establecimientos son privados, pero si cierra la taska de Andoni, nos iremos a la sociedad y se acabó, pero si nos quitan el cajero parece que nos han quitado la identidad, que ya no somos un pueblo, ni una pedanía, ni siquiera una villa, somos una población estafada por el sistema pues estamos bancarizados. No se puede relacionar uno con los servicios esenciales sin cuenta bancaria, pero cuando ellos deciden suprimir el gasto de reponer de dinero los cajeros automáticos, los cierran y se acabó. Y nadie hace nada. O si hace, es el ridículo de ponerse al servicio del capital de la manera más rastrera, utilizando recursos públicos para engordar a una entidad privada, o privatizada, que esa es otra, porque el concepto de caja rural, regional, fue una creación para atender a unos tipos de población a los que ahora mismo se deja en la estacada.

En estas disyuntivas básicas me entretengo cuando no sé si los que veo de procesión con tractores son trabajadores, emprendedores, empresarios, funcionarios de día y aldeanos con terrenos heredados de tarde o simples militantes indignados porque no hay misa diaria en su pueblo y además han cerrado el puticlub de la zona. Es una situación de envoltura caótica porque sus reivindicaciones me parecen evidentes, pero su praxis desde tiempos inmemoriales siempre me ha parecido un tanto desclasada. ¿Tienen razón o se quejan para sacar más ventajas? La distribución es mala, pero todos tratan con los malos. Europa nos maltrata, pero el cuarenta por ciento del dinero del campo viene de la UE.