Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Las golondrinas de Kabul»

El régimen que quiso acabar con las mujeres

Es muy frecuente ver en el género documental cómo se recurre a la animación para recrear hechos que no han sido registrados, o de los que no se conserva material de archivo. En la ficción también suecede a menudo que hay países en los que es muy difícil rodar, y más cuando la temática de la película atañe de lleno a su historia reciente con conflictos políticos no superados. Zabou Breitman, actriz y directora de cine de imagen real, pronto comprendió que le iba a ser imposible adaptar la novela de Yasmina Khadra con personajes de carne y hueso en las auténticas localizaciones afganas. Pero lejos de tirar la toalla, haciendo caso a la máxima que dice que en cada crisis hay que ver una oportunidad, renovó el proyecto de arriba abajo para hacer un largometraje de animación con la colaboración de la diseñadora e ilustradora Eléa Gobbé-Mévellec, que ya había participado en la elaboración de las acuarelas de la magistral “Ernest et Célestine” (2012). El resultado después de seis arduos años de trabajo es una brillante pieza de cine animado de autor, que envuelve la crudeza de su trágico contenido en una belleza poética sublimadora.

A pesar de que Zabou Breitman ha tenido que renunciar a la dirección interpretativa al uso, se las ha arreglado para que el espectador se olvide de que actores y actrices de doblaje han puesto la voz a unos dibujos, porque cada personaje responde a los rasgos reconocibles de quien lo interpreta. En el viejo carcelero Atiq vemos a Simon Abkarian, o en su mujer enferma Mussarat a Hiam Abbass.

La anécdota de esta pareja anciana conecta con la de otra pareja más joven, un profesor de historia y una maestra de dibujo que no pueden ejercer en la escuela coránica e intentan hacerlo en una clandestina. Su recorrido vital va de una lapidación callejera a una ejecución en un estadio, bajo el yugo del régimen talibán que invisibilizaba o asesinaba a las mujeres en 1998.