Polonia y Euskal Herria comparten su amor por la montaña. Nombres como los de Jerzy Kukuczka o Wanda Rutkiewicz están ligados a la historia del K-2, y su compatriota Adam Kaluza ha llevado a un tablero la experiencia de ascender a esa mítica cima. Los jugadores, de 1 a 5, usarán sus cartas para mover por la ruta a sus dos escaladores, para plantar una tienda o reponer el oxígeno. Cuanto más cerca de la cumbre más costoso será avanzar y respirar, y si el oxígeno se queda en cero… como en la vida misma. Hay que subir lo más alto que se pueda, pero luego hay que bajar.

Avanzar a lo loco tiene una penalización extra y la climatología, que cambia en cada turno, puede jugarnos una mala pasada. También se pueden producir los temidos atascos por acumulación de alpinistas, una estrategia que podremos usar para bloquear a nuestros adversarios. Porque es un juego, y no es cooperativo. El tablero tiene dos caras, con dos niveles de dificultad, verano e invierno. Es un juego del año 2010 que cuenta ya con dos expansiones.