Raimundo Fitero
DE REOJO

Los horarios

Debe considerarse algo normal que se tengan que explicar reiteradamente los horarios que a partir de hoy rigen para salir a la calle. Se dirigen las autoridades, los medios de comunicación a esa misma población que necesita que todos los fines de año Anne Igartiburu le recuerde lo que son los cuartos y las campanadas del reloj de la Puerta del Sol que orientan para ingerir las uvas. Pero lo cierto es que se trata de un pequeño galimatías que se convierte en una paradoja cuando dejan que en las poblaciones de menos de 5.000 habitantes se salga y entre cuando a sus habitantes les pase por allí. Dato sobrevenido: en el Estado español el 85% de las poblaciones son de menos de 5.000 y suman el 12% de la población total. 

Esta desescalada espasmódica está enrevesada, politizada, dejando a la vista las costuras sociales y políticas de este conglomerado de administraciones y poderes llamado Reino de España. La pandemia está atacando de manera sibilina o directa, según se mire, a la descentralización existente. Las competencias se han vuelto a centralizar y cuando despertemos tendremos a los uniformes tan panchos caminando por nuestras calles y ordenado nuestra vida civil. En las comparecencias diarias ya los han vestido de civil, para camuflarse mejor. Pero han sido muchas semanas viendo sus medallas y entorchados como ostensible referente de casta.

Hay mucha literatura en el Boletín Oficial del Estado para intentar explicar el jeroglífico horario. Falta saber de manera oficial y detallada los cuadros estadísticos que se deben cumplir para otorgar la categoría a los territorios para pasar de fase en fase. Se avecinan pleitos vecinales, comarcales, fronterizos, provinciales y provincianos. Un día aparecerán los datos reales, los de verdad, y nos asustaremos.